Por: Gonzalo Moya Cuadra, licenciado en filosofía.
El tiempo de la post dictadura tiene fecha límite. Se están abriendo “las grandes alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor”, palabras hieráticas del Presidente Allende, visionario precursor de la verdadera democracia, palabras que aún resuenan en la historia humana como ecos prodigiosos, esperados. Triunfará el hombre sencillo, “no sufras, ya llega el día”, silenciado, triunfará aquel pobre que durante mucho tiempo, siempre es cuestión de tiempo, sufrió hambre, triunfará el hombre expoliado, humillado, que un 18 de Octubre de hace ya dos años, en base a inteligencia política y claridad histórica, forzó un proceso constituyente y desnudó el rostro amoral de un gobierno claramente empresarial que hizo de la política un instrumento eficaz para sus fines crematísticos, triunfará la mujer sencilla, la madre pobre, la mujer campesina, intelectual, profesional, triunfará el ser humano de Latino América que está esperando este triunfo como una gran lección moral y un claro ejemplo de consecuentes convicciones ideológicas para quienes jamás entendieron el verdadero sentido de la buena política, triunfarán aquellos que sobrevivieron a la muerte, reseca, dormida, triunfarán quienes jamás se amedrentaron ante el terror del neoliberalismo, inhumano, huérfano de palabras cotidianas.
Las fuerzas de izquierda se enfrentan a una tremenda maquinaria económica, en la cual abyectos operadores políticos y la mayoría de los medios de comunicación corporativos están intentando socavar las acciones democráticas y pacíficas de una gran mayoría que anhela un profundo cambio social. No saben, no entienden que el proceso histórico, iniciado en el gobierno de la Unidad Popular, no puede detenerse por los infundios, menos por la ignominia y estulticia de aquellos adláteres reaccionarios, retardatarios e integristas que están en contra de un desarrollo social superior.
Chile vive uno de los momentos más álgidos de su historia donde la desconfianza y los escándalos por corrupción han remecido las estructuras morales del país, donde la clase trabajadora ya se cansó de la constitución espuria impuesta por la dictadura y de la pereza intelectual de quienes todavía pretenden seguir gobernando al país, donde el pueblo, entendido como sujeto histórico, se cansó de la injusticia e impunidad, pueblo que ahora será el protagonista fundamental de las inevitables transformaciones políticas.
El próximo gobierno será transicional hasta que la Nueva Constitución de Derecho Social, auténticamente democrática, sustentada en la lógica de la política moderna y desarrollista construya sólidas estructuras culturales, éticas, comprometidas, inclusivas, participativas, feministas, sea promulgada y ratificada por la soberanía popular. La lógica y la exegética indican una nueva forma de hacer política, evolutiva y significativa, basamento para reiniciar también otro ciclo histórico en América Latina, pletórico de esperanza y sólo erigido en base a intereses mayores, dignos, equitativos, ciclo anhelado de integración colectiva, ciclo fundador de una sociedad más humana y cualitativamente justa.