Ante el plan para verter gradualmente más de un millón de toneladas de agua tratada procedente de la accidentada central nuclear de Fukushima es que un equipo periodístico chino llegó a la ciudad en búsqueda de reacciones de protesta a este acto.
Se conoció que la orden podría ser emitida probablemente en unas semanas: verter las aguas residuales en el océano. Pero no se trata del tipo de aguas residuales que fluyen desde las calles de la ciudad a los desagües. Se trata de aguas residuales nucleares tratadas utilizadas para refrigerar los reactores dañados de la central nuclear japonesa de Fukushima Daiichi, afectada por un terremoto y un tsunami hace más de una década.
Una reunión en el Gobierno Regional de Tacna dio a conocer que un equipo periodístico chino llegó a Tacna señalando que el agua, que el gobierno de Japón pretende verter en el Pacífico, aún contienen un gran porcentaje de radioactividad pese a que Japón indicara lo contrario.
Según periodista china es que en septiembre se estarían arrojando una considerable cantidad de agua que contienen residuos nucleares que podrían llegar a las costas del pacífico sur en menos de 57 días una vez ejecutado el plan.
Es la Gobernadora Liliana Velazco quien enfatizó que las acciones preventivas se realizarán mediante un trabajo conjunto entre el gobierno Chino, Corea del Sur y países sudamericanos como Chile, Perú, Ecuador y demás.
FUKISHIMA
Tras un terremoto de magnitud 9,1 en la costa este de la isla principal de Japón el 11 de marzo de 2011, dos olas de tsunami se abalanzaron sobre la central nuclear. Cuando tres de sus reactores se fundieron, los operarios comenzaron a bombear agua de mar para enfriar el combustible derretido. Más de 12 años después, el proceso de refrigeración en curso produce más de 130 toneladas de agua contaminada al día.
Desde el accidente, se han recogido, tratado y almacenado más de 1,3 millones de toneladas de aguas residuales nucleares en un parque de tanques de la central. Según el Gobierno japonés, el espacio de almacenamiento está a punto de agotarse, por lo que no queda más remedio que empezar a verter las aguas residuales al Pacífico.
El plan de vertido de Japón consiste en liberarlas gradualmente a lo largo de las próximas tres décadas, aunque algunos expertos afirman que podría llevar más tiempo, dada la cantidad que se sigue produciendo.