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LOS REPUBLICANOS ALCANZAN UN GRAN ÉXITO ELECTORAL AL GANAR LA CÁMARA DE REPRESENTANTES

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 Gran noche electoral para el Partido Republicano, que ha conseguido más escaños de los que necesitaba para obtener el control de la Cámara de Representantes y que ha demostrado una renovada vitalidad para luchar por la presidencia en 2012. Serio voto de castigo para Barack Obama, que se verá obligado a reacomodar su proyecto a la nueva realidad política de Washington. Y mal resultado para el Partido Demócrata, que conserva por la mínima el control del Senado, con lo que evita el desastre que se temía, pero aún así sufre una derrota de grandes proporciones.

"Este es un claro mensaje de los ciudadanos para que el presidente cambie de rumbo", ha declarado al borde de la medianoche el congresista John Boehner, próximo presidente de la Cámara de Representantes en sustitución de Nancy Pelosi. "Los republicanos estaremos ahí para asegurarnos que eso se produce", ha añadido.

Los republicanos tienen una clara ventaja en la Cámara de Representantes, donde se han asegurado ya 239 escaños -la mayoría se sitúa en 218- por los 183 de los demócratas, que pierden los 60 puestos que van a parar al partido del elefante. Faltan aún 13 asientos por asignar, pero ya tienen asegurada una ventaja superior a la de 54 escaños que obtuvieron en 1994, durante el mandato de Bill Clinton, la última ocasión en la que se produjo un vuelco electoral semejante.

Los demócratas se consuelan con el hecho de no haber perdido el Senado, donde se han asegurado ya 51 de los 100 senadores, lo que les permite conservar un instrumento fundamental de influencia política, y de haber estado muy cerca de la victoria en varias elecciones en Estados cruciales, como Pensilvania, Ohio o Florida. En Illinois, el republicano Mark Kirk se ha asegurado el escaño para el Senado que ocupó Barack Obama hasta su candidatura presidencial.

El presidente, que ha llamado a los líderes republicanos para mostrarles su disposición a colaborar, ofrecerá hoy una conferencia de prensa (18.00, hora peninsular española) para exponer su interpretación de estos resultados. El Tea Party se garantiza una voz en el Senado con la elección de dos candidatos respaldados por ese movimiento: Marco Rubio en Florida y Rand Paul en Kentucky.

Estas elecciones, marcadas por la crisis económica, dejaron en evidencia la volatilidad de la situación política en Estados Unidos, que pasó de George Bush a Barack Obama para devolver dos años después parte del poder al partido del anterior presidente, así como la complejidad del panorama que se abre a partir de ahora, en el que uno de los presidentes más progresistas se verá obligado a negociar su proyecto con el Congreso más conservador de la historia del país.

El fracaso de Obama

En una campaña en la que no ha ahorrado esfuerzos ni escurrido el bulto en ningún momento, Barack Obama ha hecho dos confesiones que definen su pensamiento y justifican parcialmente su derrota. Una fue durante su participación en el programa de Jon Stewart: "Hemos conseguido cosas que la gente ni siquiera conoce". Otra, en una entrevista con The New York Times: "Probablemente hay un orgullo perverso en mi Administración -y yo asumo la responsabilidad por ello- de que íbamos a hacer lo que había que hacer aunque fuese impopular a corto plazo". Ambas declaraciones son, posiblemente, las palabras de un honesto gestor, pero también de un mal político.

Obama llegó al poder aupado por una ola de entusiasmo popular como no se recuerda en la historia americana. Quizá el momento elegido no era el mejor para la reforma sanitaria, quizá debió corregir sobre la marcha, quizá tuvo que atender los primeros síntomas de malestar entre los ciudadanos. Son muchos quizás, efectivamente. Es fácil juzgar los acontecimientos a posteriori. Pero lo que distingue a los gigantes políticos es su capacidad de acertar en las decisiones inmediatas. Obviamente, Obama no ha acertado.

Cortesía: El País