Todos los nuevos diputados llegaron ayer marchando y acompañados por sus electores a la instalación de la Asamblea Nacional de Venezuela, que legislará hasta 2016. Los chavistas, coreando la consigna "Somos mayoría / con Hugo Chávez Frías"; y los opositores, bajo el lema "Cincuenta y dos por ciento / Cincuenta y dos por ciento", en alusión al porcentaje de votos populares que obtuvieron en las elecciones parlamentarias del 26 de septiembre de 2010.
El acto marcó el regreso de los partidos de oposición al Poder Legislativo y la pérdida de la mayoría cualificada por parte del oficialismo, que durante los últimos cinco años permitió al presidente Hugo Chávez gobernar con holgura y aprobar leyes fundamentales. Pero al menos hasta junio de 2012, el presidente venezolano no tendrá que preocuparse por los escaños perdidos: hasta seis meses antes de las elecciones presidenciales en las que se postulará a un tercer mandato de seis años, estarán vigentes los poderes especiales para gobernar por decreto que en diciembre pasado le otorgó el Parlamento anterior.
De todos modos, la oposición pretende competir con el chavismo en materia de leyes sociales y sacar adelante leyes laborales, leyes de concesión de tierras públicas, y leyes sobre la Seguridad Social que el Gobierno no ha hecho, a pesar de definirse como socialista y haber tenido carta blanca durante muchos años.
De los 165 diputados que conforman la nueva Asamblea Nacional de Venezuela, 98 pertenecen al bloque oficialista conformado por el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) y el Partido Comunista; y 67 a las organizaciones opositoras que integran la Mesa Unidad Democrática y al partido Patria Para Todos, disidente del chavismo. Sin embargo, sólo la bancada del chavismo quedó representada en la junta directiva del Legislativo, que hasta 2012 estará presidida por el diputado Fernando Soto Rojas -un octogenario ex guerrillero de la década de los sesenta- e integrada por los diputados Aristóbulo Istúriz y Blanca Eeckout -dos ex ministros del Gobierno de Chávez- en los cargos de primer y segundo vicepresidente.
"Vamos a desarrollar la política del pueblo legislador y dejar atrás el proyecto liberal-burgués de la representación", ha prometido ayer Soto Rojas en nombre de PSUV. No ha habido llamamientos al diálogo en su discurso inaugural. De antemano prevé que la gestión de este Parlamento estará "signada por la confrontación y el debate, pero en santa paz".
A pesar de que no cuente con los votos suficientes para aprobar o derogar leyes, con su sola presencia en el Legislativo la oposición promete dar un viraje al debate político que, en su opinión, ha estado alejado de las necesidades del país. "Representamos a la mayoría de los votos en la calle y eso nos da legitimidad, por encima de si tenemos o no mayoría en la Asamblea. La idea es hacer presión de afuera hacia adentro, para hacer valer esa mayoría, para que el Parlamento tenga una agenda centrada en las necesidades de la gente y para ejercer un control político del Gobierno", ha dicho el diputado Julio Borges en nombre de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD). Un eje central de su proyecto político es impulsar normas de contenido social, como una nueva Ley del Trabajo o una Ley de Seguridad Social, en lugar de centrar la actividad legislativa en darle más poderes al presidente.
En la sesión inaugural, a cada intervención de un diputado opositor, el chavismo respondía con el grito de "asesinos" o de "somos mayoría". El diputado Alfonso Marquina, el primer orador de la MUD, respondió y prometió guerra: "Aquí son mayoría con 98 votos, pero no en la calle, no en el voto de los venezolanos. (…) Podrán pretender silenciarnos a los diputados que estamos aquí, pero el grito de democracia y libertad retumbará en todo el país en 2012 (cuando están previstas las elecciones presidenciales)".
Cortesía El País