Lo denunció el titular del Banco Central. Son el 20% de las reservas del país. El dictador las cambió por efectivo entre marzo y abril, cuando la revolución comenzaba. Hallan más documentos que prueban los lazos del régimen con Occidente.
Libia sigue en convulsión social
Los archivos y documentos en las dependencias antes secretas de la dictadura en Trípoli son el arma de destrucción masiva más efectiva que está dejando esta guerra sobre la memoria del régimen. En el Banco Central acaban de descubrir que faltan 29 toneladas de oro que el dictador libio transó por su cuenta entre marzo y abril cuando se calentaba la revolución, que lo terminó echando del poder, y sin preocuparse por esconder el dato en los libros.
Entre tanto y no muy lejos de ahí, mientras Muammar Gadafi difundía otro mensaje desde la clandestinidad denunciando la mano del imperialismo en esta rebelión, aquí en Trípoli se descubrió una nueva parva de documentos clasificados. El paquete demuestra que una multinacional norteamericana le vendió armas al régimen hasta pocas horas antes de comenzar esta insurrección el 17 de febrero pasado, que dejó -según datos del gobierno rebelde- al menos 30.000 muertos.
Los papeles hallados por periodistas y la ONG Human Rights Watch se suman a otros que la semana pasada revelaron la alianza de Gadafi con las centrales de inteligencia norteamericana y británica para recibir y torturar sospechosos de terrorismo, y la frondosa asistencia que recibió de ex funcionarios del gobierno de George W. Bush hasta veinte días antes de ser derrocado.
La enorme carga escamoteada de oro equivale a 1.500 millones de dólares, dijo el presidente interino del banco Qassim Azzuz. Se trata de un 20% de las reservas con que cuenta el país. Una columna de vehículos militares cruzó los pasados días la frontera con Níger llevando dinero en efectivo y oro, según testigos que revelaron la novedad al Consejo Nacional de Transición, la coalición que gobierna interinamente Libia.
“Si ese dinero está allí, queremos que vuelva”, advirtió el funcionario. Una delegación de la CNT viajó a ese país, un histórico aliado de la dictadura libia, para exigir que no asile sino que detenga al coronel si llega a viajar allí.
Entre tanto, en el coqueto cuartel del comando de la brigada Khamis en Trípoli, la mejor equipada y más mortífera del país –según la evaluación de EE.UU. –, aparecieron documentos sobre los negocios de la multinacional de armas norteamericana General Dynamics con la dictadura. Ese cuerpo de guerra lo comandaba el hijo de ese nombre de Gadafi, conocido como “el carnicero”, presuntamente caído en combate en las vísperas de la huida del dictador.
La empresa dijo que los convenios nunca se completaron, pero los documentos revelados por la agencia Reuters indican con detalle que la subsidiaria británica de la firma suscribió un paquete de contratos ya en mayo de 2008 como parte de “las iniciativas del Reino Unido para mejorar los vínculos económicos educativos y de defensa con Libia”.
El último acuerdo incluyó la provisión de equipos de comunicación táctica y sistemas de computación por 136 millones de dólares para la brigada de Khamis y otro grupo militar que dirigía otro de los hijos, Mutasin. “Estas brigadas de elite accedieron a las más modernas armas provistas por los países occidentales”, declaró Peter Bouckeert, uno de los directivos de Human Rights Watch.
La cercanía temporal del vínculo es tal que una de las cartas halladas tiene fecha del 25 de enero justo cuando arrancaba la crisis en Egipto, un mes después de la de Túnez. La nota la firma el gerente de proyectos de General Dynamics y la dirige al ministro libio de Defensa. La nota incluye una nómina sobre el material negociado: 40 tanques T-72; ocho piezas de artillería Palmaria; cuatro vehículos armados BTR-60; 10 sistemas antiaéreos Shilka y otros dos vehículos blindados. La fecha para completar la entrega era el 1° de abril pasado.
La brigada Khamis fue elogiada por EE.UU. por su disciplina y lealtad al dictador. Pero un miliciano rebelde, Abdel Haficht Iswad, a cargo de custodiar el cuartel hoy abandonado, dijo que en ese lugar “se torturó y había detenidos sin proceso” .
Según la documentación, los acuerdos entre la filial británica de General Dynamics y Libia se agilizaron después de la visita que realizó en 2007 a Trípoli el entonces primer ministro inglés, Tony Blair.
Otros papeles vinculan a otras naciones, ente ellas Rusia y Bélgica, en la provisión de armas. Los arsenales son tantos, y de modo tal desparramados por esta y otras ciudades de Libia, que Bouckeert denunció que encontró en un depósito abandonado de Trípoli 100.000 minas antipersonales y antitanques y cajas con armas escondidas bajo árboles frutales.
Cortesía: El Clarín (de Argentina)