En Boca del Río, Veracruz, las ofertas de los hoteles parecen inmejorables. Habitaciones de cuatro estrellas por menos de US$40 en uno de los principales destinos del turismo doméstico en México.
El problema, según los empresarios locales, es que nadie quiere habitaciones con vistas a una zona de guerra.
La del narco, que en las últimas semanas se ha ensañado con el estado de Veracruz, sobre todo en el Puerto y Boca del Río. En sólo un mes, un centenar de personas han perdido la vida por la violencia en Veracruz, algunas en episodios que han estremecido a todo el país. Como la aparición de 35 cuerpos, arrojados semidesnudos y maniatados a un puente de Boca del Río, el pasado 20 de septiembre.
Las balaceras vaciaron un rincón del país reputado por su marisco y su buen clima.
Grupos criminales bloquearon el acceso a la carretera, en el corazón de la zona de compras y restaurantes en Boca del Río. Y los cuerpos quedaron expuestos, junto a un monumento a los tradicionales Voladores de Papantla, a escasos metros de una de las más importantes plazas comerciales de la ciudad.
La llegada de la violencia explícita, a plena luz del día, hizo temer que Veracruz pudiera convertirse en el nuevo frente de una lucha entre carteles y contra las fuerzas de seguridad. Quizás un «déjà vu» de lo sufrido en Acapulco o Monterrey.
Otros 32 cadáveres aparecieron en las llamadas casas de seguridad dos semanas después. Una, en un barrio de residencias con jardín, escuelas infantiles y salones para celebrar bodas. La otra, a escasos metros del paseo marítimo, a espaldas de un karaoke y de un hotel.
Las balaceras y granadazos en los bulevares que recorren la costa han vaciado este rincón de una ciudad reputada por su marisco, su buen clima y su rica vida cultural.
«Nunca hemos visto nada parecido», le dice a BBC Mundo un empresario local que prefiere mantener el anonimato.
«Lo veíamos en las noticias y ahora lo estamos experimentando. Esto tiene que llegar a un fin, ya hemos perdido casi el 50% de nuestros clientes y hay muchos otros restaurantes y bares que están cerrando por la misma situación», advierte.
La Camara de Comercio de Veracruz (Canaco) estima que en el último trimestre las ventas en los comercios se desplomaron entre un 40% y un 70% por culpa de la percepción de inseguridad.
Veracruz Seguro
México no sólo observa de cerca a Veracruz por su ubicación en la ruta del narco, dice el corresponsal.
El 3 de octubre, los gobiernos federal y estatal pusieron en marcha el operativo Veracruz Seguro, una misión conjunta de la Marina, el ejército, la Policía Federal y Estatal orientada a desarticular a las organizaciones criminales del estado.
Entre sus primeros logros, el gobierno destaca la detención de ocho supuestos miembros del cártel de Jalisco Nueva Generación, quienes según las autoridades se presentaron como «Mata Zetas» en un video difundido en la red.
«En Veracruz, un grupo de delincuentes está dañando la armonía de la sociedad y el gobierno actúa para proteger a los ciudadanos», asegura Georgina Domínguez, la portavoz del gobernador Javier Duarte, duramente criticado por su gestión en materia de seguridad.
Su fiscal general, Reynaldo Escobar, tuvo que dimitir «por motivos personales» tras asegurar, apenas unas horas después del hallazgo de los 35 cuerpos en Boca del Río, que todas las víctimas tenían antecedentes penales, algo desmentido luego por las autoridades nacionales.
«Se tiene que combatir la delincuencia con la ley en la mano, las fuerzas de seguridad presentes en el estado, con el apoyo del gobierno federal y en el marco de derecho», le dice «Gina» Domínguez a BBC Mundo.
Ella se ha convertido la voz del gobernador, quien raramente concede entrevistas para referirse a la violencia que afecta a su estado.
BBC Mundo solicitó hablar de ello con Duarte, pero su equipo declinó la entrevista, argumentando que el gobernador «ya ha dicho mucho sobre ese tema».
Silencio
México no sólo observa a Veracruz por la actividad de Los Zetas, el cartel de El Golfo o el de Jalisco Nueva Generación. La respuesta de las autoridades locales también ha alarmado a defensores de derechos humanos.
Ante la falta de información sobre lo que ocurre en su ciudad, muchos se vuelcan a las redes sociales.
La Comisión Nacional de los Derechos Humanos de México anunció esta semana la impugnación a la llamada Ley Duarte ante la Suprema Corte de Justicia por inconstitucional.
Esta norma sanciona la difusión de rumores que alteren el orden público, también a través de redes sociales, lo que para grupos de defensa de la libertad de expresión supone un claro intento de censura.
Aquí solo unos pocos medios informan sobre tiroteos en las calles o enfrentamientos con las fuerzas de seguridad. Como el diario sensacionalista Notiver, que este año ya ha enterrado a dos de sus periodistas, muertos a manos del crimen organizado.
Ante la falta de información en prensa, muchos veracruzanos se lanzaron a redes como Twitter para advertir de la violencia bajo la etiqueta de #verfollow.
El enorme número de mensajes falsos y rumores que proliferan sobre Veracruz justifican, según la autoridad local, la norma de Perturbación de Orden Público.
«La sociedad es la primera que tiene que estar informada de lo que está pasando, pero de una manera responsable. La desinformación es lo que causa temor y falta de confianza», dice Georgina Domínguez. «En Veracruz no hay ocultamente de información, al contrario».
¿»Falso positivo»?
Eso no convence a Janet Figueroa.
Su padre era mecánico en Xalapa, capital del estado, y murió el pasado junio mientras en la ciudad se desataba una balacera entre supuestos criminales y fuerzas de seguridad del Operativo Conago, la misión de los gobernadores de todo el país para frenar el homicidio, la extorsión o el secuestro.
«Las autoridades habían maquillado una escena del crimen, con la única intención de dar estadísticas, de decir que se están haciendo las cosas correctamente, que los operativos son exitosos y se está combatiendo al crimen«
Janet Figueroa
La fiscalía de Veracruz, que dice investigar a fondo los hechos, sostiene que hay «pruebas irrefutables» que vinculan a Joaquín Figueroa con la delincuencia. Pero su hija lleva meses esperando verlas.
Esta estudiante de biología en Ciudad de México ha emprendido una lucha legal con ayuda de organizaciones de defensa de derechos humanos para demostrar la inocencia de su padre.
En el antiguo departamento de Joaquín Figueroa aún hay platos sin lavar y herramientas de trabajo. Allí, Janet le cuenta a BBC Mundo que su padre le fue presentado en la morgue como «uno de los sicarios abatidos» en el enfrentamiento.
Asegura que le enseñaron una fotografía en la que aparecía en una camioneta negra -él volvía del trabajo con dos compañeros en un vehículo blanco, sostiene-, amoratado y con un arma de alto calibre entre sus manos.
«Las autoridades habían maquillado una escena del crimen, con la única intención de dar estadísticas, de decir que se están haciendo las cosas correctamente, que los operativos son exitosos y se está combatiendo al crimen», dice.
«Xalapa era una ciudad segura, y nunca piensas que tú vas a ser afectado. Cuando sucede y te das cuenta de que es una injusticia empiezas a cuestionarte todo este show de mostrar que los criminales están siendo capturados o muertos -dice-. Te preguntas ¿Estas personas eran criminales o pasa como con mi papá, es gente inocente que es parte de un número?»
Promueven turismo
Mientras Janet visita el cementerio donde descansa su padre, un grupo de niños vestidos con las ropas típicas bailan danzas folclóricas en pleno centro de Xalapa. Ruedan un comercial para promover el turismo en Veracruz.
Éste es el tercer estado más poblado de México y una de las economías más importantes del país, sobre todo por su enorme puerto: algunas de las operaciones más rentables de la petrolera Pemex están aquí, donde además hay una potente industria cafetera. Es, según reza la publicidad oficial, «el estado ideal».
Y así lo parece por su excelente clima o por el centro vibrante de Xalapa o Veracruz, con sus mercados llenos como de costumbre, con sus parroquianos bebiendo café «lechero», típicamente jarocho.
Pero ese estado ideal contrasta con las calles desérticas de algunos de los barrios, con la marca de las balas en algunos edificios, con los paseos de Boca del Río.
Allí donde hay una playa sin visitantes, un helicóptero de la Marina sobrevolando los hoteles o un convoy de policía frente a una hilera de restaurantes desiertos.
Cortesía: BBC
