La presidenta argentina, Cristina Fernández de Kirchner, de 58 años, ha jurado ayer su segundo mandato, aclamada por un Parlamento en el que ha recuperado la mayoría y por varios miles de seguidores que la vitorearon en su paseo desde el palacio del Congreso, donde tuvo lugar la ceremonia, hasta la Casa Rosada, sede de la presidencia, ante la que se desarrolló una fiesta rockera y popular.
En su discurso ante las Cámaras anunció una “sintonía fina” del proyecto kirchnerista, un programa “nacional, popular y democrático”, aseguró, que seguirá implementando y advirtió a los dirigentes sindicales que una cosa es el derecho de huelga, garantizado, y otra, “el chantaje y la extorsión”, una mención directa al enfrentamiento con el actual secretario general de la CGT, Hugo Moyano, que exige mayores subidas salariales y reparto de beneficios empresariales.
Cristina Fernández cambió la fórmula tradicional de juramento para incluir una alusión a su marido, el ex presidente Néstor Kirchner, fallecido hace un año: “Si así no lo hiciera, que Dios, la Patria y él me lo demanden”. Sin embargo, aceptó, en contra de la opinión de muchos kirchneristas, que el vicepresidente saliente, Julio Cobos, con quien mantiene una acérrima enemistad y con quien no se habla desde hace más de tres años, ejerciera el papel institucional que requería la ocasión y que diera paso a su sucesor, Amado Boudou, ex ministro de Economía y nuevo vicepresidente. La banda presidencial le fue entregada por su hija, Florencia Kirchner, que asistió al acto junto con su hermano, Máximo.
En el hemiciclo del Congreso se encontraban presentes, entre otros, el príncipe Felipe de Borbón y los presidentes de Brasil, Dilma Rousseff; Chile, Sebastián Piñera; Uruguay, José Mujica; Bolivia, Evo Morales, y Paraguay, Fernando Lugo. No pudieron asistir los presidentes de Venezuela, Hugo Chávez, a quien Cristina Fernández envió un cariñoso saludo, ni de Colombia, Juan Manuel Santos.
La primera parte del discurso de la presidenta, de más de una hora de duración y frecuentes giros coloquiales, contuvo numerosas menciones al trabajo iniciado por su marido, ocho años atrás, y un exhaustivo repaso a las mejoras experimentadas por Argentina en este periodo, “el tramo de mayor crecimiento económico del país en sus 200 años de historia”, precisó. La presidenta anunció la creación de una Secretaría de Comercio Exterior que actuará de forma articulada, “como dos caras de la misma moneda” (y quizás con la misma dirección) con la Secretaria de Comercio Interior, cuyo titular es el muy polémico Guillermo Moreno, presente en palco del público.
Cristina Fernández, que sigue vistiendo de riguroso luto, en contraste con el inmaculado blanco con el que tomó posesión en su primer mandato, en 2007, aseguró que la situación económica del país es buena y criticó las “cinco corridas monetarias” (salida masiva de dólares) que había tenido que sufrir su gobierno por culpa de grupos que quieren obligar a devaluar el peso. “Yo no soy la presidenta de las corporaciones, sino de 40 millones de argentinos y defiendo los intereses del país entero”, espetó. Pidió a “todos los sectores” económicos que “no escupan contra el cielo” y que valoren las buenas condiciones en las que se desarrollan sus respectivas actividades, con notables beneficios.
La presidenta, que encara su segundo y último mandato, según la Constitución argentina, dedicó una atención especial avarios objetivos alcanzado en su primera etapa, como la Ley de Medios Audiovisuales, que traduce su formidable enfrentamiento con el principal grupo mediático del país, Clarín, y que valoró muy especialmente. Agradeció el esfuerzo y apoyo prestado por los legisladores, no solo de su grupo si no de otros partidos, “ante las presiones y amenazas a las que fueron sometidos”. La ley no ha sido todavía aplicada en su integridad porque algunos artículos han sido recurridos ante la justicia.
Terminado el acto formal de la jura, la presidenta se desplazó a la Casa Rosada, donde estaban previstas entrevistas individuales con algunos de sus colegas latinoamericanos y con el príncipe Felipe. Cristina Fernández tomó a su vez juramente a los ministros de su gabinete, incluidos las tres únicas incorporaciones respecto al Gobierno anterior a las elecciones: el nuevo jefe de Gabinete, José Manuel Abal Medina;y los ministros de Economía, Hernán Lorenzino y el titular de Agricultura,Norberto Yahuar.
Cristina Fernández inicia su segundo mandato con una concentración de poder mayor incluso que en su primera etapa.La presidenta obtuvo un 54% de apoyo popular, tiene mayoría en ambas Cámaras y,lo que es todavía más importante, tiene enfrente a una oposición dividida y fragmentada que obtuvo unos mínimos resultados electorales. Su inmediato seguidor, el socialista Hermes Binner, quedó situado a casi 40 puntos de diferencia. Binner, ex gobernador de Santa Fe, no es diputado, por lo que tampoco podrá simbolizar la oposición parlamentaria.
Lo que no ha mejorado respecto a su primera etapa es el panorama económico, que exigirá, según la mayoría de los expertos, algunas reformas, la “sintonía fina”, de la que habló la presidenta. Antes incluso de tomar posesión, Cristina Fernández aprobó la supresión de subsidios al consumo de electricidad, agua y gas en amplias capas de las clases medias y estrictas medidas de control de ldólar, para evitar la devaluación del peso y proteger las reservas de la divisa verde en el Banco Central. El reto alq ue se enfrenta la presidenta es como mantener altas tasas de crecimiento (que hasta ahora se han basado en exportaciones de materias primas y en un elevado consumo interno, subvencionado en parte).
Cortesía: El País