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Noche de pesadilla en el Monumental: Universitario 0-4 Palmeiras

No fue uno ni dos ni tres. Fueron cuatro los goles que recibió Universitario de Deportes en el Monumental, cortesía de Palmeiras. (Foto: Medios)
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Hay derrotas que duelen por el resultado y hay otras que, además, humillan por la forma. Anoche, en el Monumental, Universitario de Deportes no solo perdió 0-4 ante Palmeiras, sino que se vio completamente superado por un rival que le recordó, de la manera más dolorosa posible, la abismal distancia que separa al fútbol peruano del de la élite sudamericana. Lo que se vivió en la cancha no fue una simple eliminación, fue una lección de impotencia que cuesta digerir al hincha crema.

El ambiente era eléctrico, con la esperanza a flor de piel, pero el espejismo duró lo que tardó el reloj en marcar tres minutos. Una falta innecesaria de Matías Di Benedetto en el área sobre Vitor Roque, un penal que Gustavo Gómez convirtió, y el partido ya era todo cuesta arriba. La ilusión, frágil como era, se hizo trizas poco después. A los 11 minutos, un zurdazo del «Flaco» López sentenció el 2-0 y, con ello, la primera mitad del encuentro. El Monumental, que intentó seguir empujando, observaba con angustia cómo los de Abel Ferreira manejaban el balón y los tiempos a su antojo. El tercer tanto de Vitor Roque, tras un error en salida de Rodrigo Ureña, solo confirmó la sensación de que estábamos presenciando una masacre.

El segundo tiempo, en lugar de ser un momento de reacción, se convirtió en una agonía. La expulsión de Williams Riveros por una fuerte falta sobre el «Flaco» López fue la estocada final. De ahí en adelante, la «U» no tuvo más argumentos que la garra de Sebastián Britos, quien con sus atajadas impidió que la goleada alcanzara proporciones históricas. Las miradas en la tribuna lo decían todo: de la fe al luto. Ver cómo la gente comenzaba a abandonar el estadio antes de tiempo no fue un acto de cobardía, sino el reflejo de la cruda realidad que golpeaba al hincha. El cuarto gol, de nuevo cortesía de López, fue un golpe más, casi simbólico, en un partido que ya estaba perdido.

Ahora, con un pie y medio fuera de la Copa Libertadores, queda la amarga sensación de que la goleada en casa es más que un simple resultado. Es una crítica directa al funcionamiento del equipo, a la falta de jerarquía para competir en estos niveles, y a la incapacidad de reaccionar cuando el rival es infinitamente superior. La revancha en Brasil será un mero trámite, una oportunidad para el honor que, lamentablemente, a estas alturas parece más un espejismo que una posibilidad real. Esta noche en el Monumental quedará grabada en la memoria, no como una heroica derrota, sino como la noche en que el sueño continental se transformó en una terrible pesadilla.