Es una de las nebulosas más espectaculares del universo. Un estraño objeto que se asemeja a un ojo que todo lo ve en el espacio. El telescopio VISTA del ESO ha capturado una nueva imagen de la Nebulosa de la Hélice. Esta imagen, tomada en luz infrarroja, revela nuevos detalles que pasaban desapercibidos en las anteriores fotografías.
La imagen de la Nebulosa de la Hélice,El Ojo que todo lo ve, tomada por el Telescopio VISTA
La Nebulosa de la Hélice es uno de los ejemplos más cercanos y destacables de nebulosa planetaria. Se encuentra en la Constelación de Acuario, a unos 700 años luz de la Tierra.
En la nueva fotografía del que en ocasiones se ha llamado ‘El ojo del Universo’ o ‘El ojo de gato’, se abre en todo su esplendor. Se pueden apreciar filamentos de gas frío además de verse a través de su «iris» un bello fondo de estrellas y galaxias.
Según informa el Observatorio Europeo Austral, este extraño objeto se formó cuando una estrella como el Sol se encontraba en las útimas etapas de su vida. La estrella fue soltando lentamente capas de gas que fueron formando la nebulosa. Esta estrella caliente, que actualmente se encuentra en proceso de evolución para convertirse en una enana blanca, es el tenue punto azul que puede verse en el centro de la imagen.
El anillo principal de la Nebulosa de la Hélice tiene un tamaño de unos dos años luz, aproximadamente la mitad de la distancia entre el Sol y su estrella más cercana. Sin embargo, el material de la nebulosa se expande desde la estrella hasta una distancia de, al menos, cuatro años luz. En la imagen son las manchas rojas que pueden verse en la mayor parte de la fotografía.
El potente telescopio también ha detectado un impresionante conjunto de estrellas y galaxias de fondo.
La luz infrarroja muestra también cómo se organiza el gas molecular, más frío. El material se acumula en filamentos que irradian desde el centro y toda la visión se asemeja a un despliegue de fuegos artificiales en el cielo.
Aunque puedan parecer pequeños, esos filamentos de hidrógeno molecular, conocidos como nudos cometarios, son aproximadamente del tamaño de nuestro Sistema Solar.
Las moléculas que contiene son capaces de sobrevivir a las radiaciones de altas energías de la luz que emana de la estrella moribunda precisamente porque se condensan en esos nudos, que a su vez son protegidos por el polvo y el gas molecular.
Cortesía: RTVE.es