La participación ha llegado al 60%. Los electores de Cirenaica sabotean la apertura de algunos colegios
No se espera un resultado claro hasta el lunes y aún quedan dudas respecto a cómo funcionará la nueva asamblea nacional de 200 representantes
Solo los libios verdaderamente ancianos podrían recordar una jornada similar. Hace 60 años votaban en unas elecciones nacionales. El sábado, casi tres millones de votantes registrados han hecho largas colas, algunos han llorado mientras aguardaban a votar para elegir una asamblea de 200 diputados que tendrá la misión de nombrar un nuevo Gobierno y preparar elecciones legislativas en 2013, después de que sea redactada una nueva Constitución de Libia.
Durante la noche, los más entusiastas han celebrado la votación con fuegos artificiales en Trípoli, e incluso lanzamiento de granadas en dirección al mar en Bengasi. No han faltado, pese a que el 94% de los colegios electorales han podido abrir sus puertas, altercados en algunas ciudades de Cirenaica, la región oriental descontenta con la atribución de escaños que le corresponde en la asamblea. El más grave ha ocurrido en Ajdabiya, donde un hombre que intentaba robar una urna ha muerto tiroteado.
Cien de los 200 escaños se eligen en Tripolitania, siempre observada con recelo desde Bengasi, capital de Cirenaica donde nació la revuelta contra Muamar el Gadafien febrero de 2011. En Cirenaica —donde ya en marzo se presentó una plataforma de líderes tribales y políticos que demandaban un sistema federal— se escogen 60, y 40 en la región sureña de Fezzan.
En Bengasi, en la ciudad petrolera de Ras Lanuf, en Ajdabiya y en alguna otra ciudad del este, hombres armados impidieron la apertura de colegios y quemaron material electoral. El presidente de la Comisión Suprema Electoral, Nuri al Abar, ha anunciado, hoy domingo, que 1,7 millones de libios (de los 2,8 registrados en el censo electoral), votaron el sábado para elegir la primera asamblea legislativa, lo que supone una participación del 60%.
En un país en el que se han desmantelado desde los cimientos las estructuras del Estado, y donde las milicias son dueñas del terreno en varias ciudades e imponen a veces violentamente su autoridad a la del Gobierno central, se producen cambios tan repentinos como fundamentales. Pocas horas antes de que se abrieran las urnas, el Consejo Nacional de Transición (CNT), el organismo que ha dirigido Libia el último año y medio, despojó a la asamblea que ahora se elige de la competencia para redactar la carta magna.
Pretendía así el CNT apaciguar a los grupos que exigen más autonomía para Cirenaica, marginada durante décadas por Gadafi y bajo cuyo subsuelo está gran parte de las reservas de petróleo. “El país estará en estado de parálisis porque nadie en el Gobierno nos escucha”, ha comentado a Reuters Hamed al Hassi, miembro del Consejo Militar de Cirenaica.
Los resultados de estas elecciones se conocerán el lunes, pero pocas dudas caben que, como en los comicios en Egipto y Túnez, los partidos y políticos con señas de identidad islamistas se harán con gran parte de los escaños. El partido creado por los Hermanos Musulmanes, Al Watan —dirigido por Abdelhakim Belhaj, uno de los comandantes más importantes de la revuelta— y un tercer grupo de corte salafista disputarán los escaños al partido que dirige el ex primer ministro Mahmud Yibril, de corte liberal. Pero los pronósticos se tornan muy complicados porque de los 200 parlamentarios, 120 se eligen entre candidatos independientes, que responden a volubles lealtades tribales, regionales o locales.
FUENTE: EL PAIS