Las autoridades investigan las causas de la tragedia que acabó el jueves con la vida de al menos 33 personas mientras tanto algunos legisladores y analistas opinan que las reformas estructurales deben continuar adelante.
Siguen los trabajos en Pemex, a la espera de conocer el origen de la tragedia / EFE
Una potente explosión en el corazón administrativo de la mayor empresa de México, la petrolera estatal Pemex, se convirtió en el primer gran reto del presidente Enrique Peña Nieto, pero no debería descarrilar su prometida reforma energética.
Mientras autoridades investigan las causas de la tragedia que acabó el jueves con la vida de al menos 33 personas -con hipótesis que van desde un accidente hasta un atentado- algunos legisladores y analistas opinan que las reformas estructurales deben continuar adelante.
Peña Nieto, quien asumió hace dos meses y llevó nuevamente al poder al controversial Partido Revolucionario Institucional (PRI), espera contar este año con una amplia reforma fiscal y otra energética para lograr un robusto crecimiento económico, incrementar el empleo, redistribuir mejor los ingresos y reducir la extendida pobreza.
Su plan es apuntalar a la segunda economía de Latinoamérica, opacada por Brasil.
«Lo que pasó en el edificio administrativo de Pemex no tiene por qué ser vinculado con la reforma energética, son dos eventos diferentes», dijo David Penchyna, presidente de la comisión de energía del Senado. «La necesidad de una reforma estructural al sector energético no puede variar ni depender de eventos fortuitos».
«La reforma energética no tiene por qué posponerse o por qué acelerarse a partir de un evento fortuito», agregó el senador del PRI en una entrevista telefónica.
OPORTUNIDAD PARA PROMOVER REFORMA
Pemex, una de las mayores productoras de crudo del mundo, lleva años en el ojo del huracán cuestionada por accidentes en sus instalaciones, robo de combustible y su incapacidad de aumentar sustancialmente la producción de crudo, que cayó desde un récord de 3.4 millones de barriles por día (bpd) en el 2004 hasta 2.5 millones bdp en la actualidad.
Además, buena parte de sus ingresos alimenta el presupuesto fiscal, restándole fondos para exploración y explotación.
La necesidad de reformar Pemex para atraer capital privado con el que modernizar la empresa es compartida por algunos en filas del opositor Partido de Acción Nacional (PAN).
«Vamos a impulsar una reforma que fortalezca Pemex, que ayude a conseguir el capital que necesita. No vamos a privatizarla», dijo a Reuters Juan Bueno Torio, un diputado del PAN involucrado en las discusiones sobre la reforma energética.
Algunos detractores de las propuestas de Peña sostienen que el Gobierno quiere privatizar Pemex y arrebatarle la soberanía sobre el petróleo.
Pero el presidente asegura que pretende solamente abrir la empresa al capital privado para modernizarla, como hizo Brasil con su petrolera estatal Petrobras.
Un ex gerente de alto rango de Pemex dijo que Peña podría capitalizar la tragedia para demostrar que la gigante estatal necesita inversiones.
«Es una oportunidad», dijo a Reuters el ex ejecutivo, que pidió no ser identificado. «Pone de relieve el hecho de que Pemex es una empresa que no dedica suficiente dinero para mantenimiento».
«Estoy bastante seguro de que (los políticos) están buscando la manera de beneficiarse de este accidente y lo utilizarán como un argumento para emprender las reformas», agregó.
Otros piensan que podría abrirse un compás de espera.
«Yo creo que el debate de Pemex se va a posponer un año», dijo Javier Oliva, analista político de la Universidad Nacional Autónoma de México. «Es una discusión muy delicada porque hay 33 personas muertas de por medio».
OPORTUNIDAD PARA HACER JUSTICIA
Para otros, el incidente podría dar además una oportunidad de oro a Peña para demostrar que su partido ha cambiado. El PRI, que gobernó México durante sus siete décadas hasta el 2000, fue con frecuencia acusado de autoritario y corrupto.
El presidente y sus cercanos colaboradores han prometido que irán al fondo en las investigaciones para hacer justicia, en un país donde muchos casos de corrupción, atentados o crímenes de políticos han quedado sin responsables y en el olvido.
Mientras tanto, cuerpos de rescate continuaron el fin de semana removiendo los escombros en las oficinas de Pemex en busca de más víctimas y expertos seguían llegando al lugar para determinar las causas del siniestro.
«Ojalá que digan la verdad de lo que paso ahí. Hay muchas dudas. Antes el PRI hizo todo lo que quiso a su antojo», dijo Edilberta Ramírez, una empleada doméstica de 47 años originaria del central Estado de México gobernado hasta el 2011 por Peña Nieto, mientras se dirigía a su lugar de trabajo en calles de la capital.
Los familiares de las víctimas también piden justicia.
«Lo que queremos es que el señor presidente demuestre que se están haciendo las cosas. Ya no creemos en nada», dijo una anciana el sábado durante el velorio de su nieta e hijo, ambos muertos en la explosión.
(Reuters)