Los sondeos a pie de urna le otorgan una mayoría con la que no precisa ir a una segunda vuelta. «Esta revolución no la para nada ni nadie», celebra el mandatario desde el palacio presidencial.
Las encuestas no se equivocaron. Rafael Correa, el profesor universitario de economía que llegó al poder en Ecuador en 2007 hablando de “revolución ciudadana”, fue elegido presidente con una mayoría lo suficientemente holgada como para no tener que concurrir a una segunda vuelta. Correa sólo necesitaba el 51% de los votos y consiguió alrededor del 60%, según los sondeos a pie de urna de tres encuestadoras, diez puntos más que los que él obtuvo en las presidenciales de 2009. El segundo de los ocho candidatos que optaron a la presidencia, el banquero del Opus Dei Guillermo Lasso, se quedó a una distancia aproximada del 20%. Ataviado con una de sus clásicas camisetas blancas bordadas en una comunidad indígena del país, Correa compareció en un balcón del palacio gubernamental de Carondelet ante miles de simpatizantes y proclamó: “Esta revolución no la para nada ni nadie, compañeros”.
La prosperidad que Correa insufló al país en seis años salta a la vista. En Quito, por ejemplo, un aeropuerto internacional se inaugurará el próximo miércoles. Así sucedió también con los miles de kilómetros de carreteras construidos o reparados, con decenas de puentes, escuelas, hospitales… Pero ese auge económico se ha visto lastrado por grandes problemas que el autoproclamado presidente revolucionario tendrá que afrontar en los próximos cuatro años.
Lo que más preocupa ahora mismo a la población es el aumento de la delincuencia, según Ángel Polibio, director de la encuestadora Cedatos. “Después, la gente aspira a no perder su empleo, a tener suficientes recursos para enfrentar el día a día. Y en tercer lugar, preocupa la corrupción, tanto pública como privada. La gente reconoce un gran trabajo en asistencia social hacia los más desfavorecidos, de inversiones en carreteras, salud y vivienda, pero dicen que tiene que ampliarse”.
Puede resultar paradójico que la inseguridad haya aumentado al mismo tiempo que disminuía la pobreza en un 27% desde 2006. Pero lo cierto es que los ecuatorianos se han tenido que acostumbrar a crímenes hasta hace poco muy esporádicos como el secuestro exprés. “Influyó mucho el hecho de que el país adoptara el dólar como moneda oficial en el año 2000”, explica el politólogo español Decio Machado, quien fue asesor de Correa en los tres primeros años de su mandato. “El dólar facilita el lavado de dinero para las grandes redes de narcotráfico. El país se convirtió en una gran puerta de salida para la droga que llega desde Colombia y Perú. Y la policía está infiltrada por narcos”.
cuanto a la corrupción, el economista Pablo Dávalos, profesor de la Universidad Católica de Quito, cree que las enormes sumas de dinero que ha manejado el Gobierno gracias a los altos precios del petróleo ayudaron a que el anterior Ejecutivo —“no Correa ni alguno de sus ministros, pero sí el Gobierno”— se convirtiera en el “más corrupto de la historia reciente del país”.
“Correa cometió el error de proteger a muchos de quienes se vieron envueltos en casos de corrupción”, indica Dávalos. “Hasta la llegada de Correa, el juego político consistía en que la oposición denunciaba corruptelas y el Gobierno le iba cediendo espacios de poder al resto de partidos. Pero ese juego se terminó con Correa. Ante críticas absolutamente documentadas de corrupción, el presidente optó por proteger su poder y hegemonía. No permitió el más mínimo ejercicio de fiscalización. Así que muchos personajes utilizaron esa protección en beneficio propio. Se creó una idea de que era posible enriquecerse”.
Otra de las asignaturas pendientes del nuevo Gobierno y la nueva Asamblea será el respeto hacia las libertades. Durante el mandato de Correa aumentó la presión del Gobierno contra la prensa crítica. El último incidente se produjo a finales de enero, en plena campaña electoral. Bonil, el caricaturista del diario El Universo, publicó una viñeta en la que cuestionaba que la rebelión de un grupo de policías en Quito el 30 de septiembre de 2010 fuese un golpe de Estado tal como lo calificó Correa. Tanto Correa como su candidato a la vicepresidencia, Jorge Glas, enviaron una carta a El Universo en la que, amparándose en el derecho a réplica, solicitaban que se les publicara en el espacio dedicado a las caricaturas un texto en el que El Universo debía solicitar disculpas públicas por la viñeta. Y el 28 de enero de 2013, el diario publicó la carta íntegra de Correa y Glas, con sus 897 palabras, en lugar de la caricatura.
“Una se piensa mil veces cada palabra que va a escribir, porque o bien te puede caer una denuncia millonaria por parte del presidente o bien te ridiculiza y saca tu foto en sus discursos televisados ”, señala una periodista del diario El Comercio.
Otra de las asignaturas pendientes será la salud. “El Gobierno ha invertido en buenos hospitales dotados con magníficos equipos. Pero faltan especialistas. Está ofreciendo incentivos para los profesionales que se fueron hace años”, indica un empresario español. En educación también se hizo un esfuerzo en mejorar la calidad de la primaria y secundaria, pero aún queda mucho por hacer, según explica el poeta y profesor universitario Iván Carvajal. “Las diferencias entre la calidad de una escuela en una zona rural y en las ciudades son tremendas. Y en ciencia y tecnología, por ejemplo, no ha habido ninguna inversión”, señala.
“Una verdadera transformación en la economía del país”, eso es lo que muchos economistas reclaman al próximo Gobierno. Medidas profundas que alejen al país de su dependencia del petróleo. Correa cuenta con mucho tiempo para ello. Cuando concluya su mandato, en 2017, habrá permanecido diez años en el poder. En principio no necesita más tiempo. Correa ha prometido que se marchará a casa ese año.
Cortesía: El País