La primera en reaccionar a la recomendación de la ONU de prohibir la masticación o "chaqcheo" de la hoja de Coca en Perú y Bolivia, fue la congresista María Sumire. Ella considera esta intención como una forma más de discriminación a los pueblos originarios de la región.
"El problema es el rechazo a la identidad y el pisoteo de las culturas originarias. Es una discriminación que se da a nuestra culturas, a nuestro legado histórico, de lo que siempre se piensa lo malo", opinó Sumire.
"Masticar la hoja de coca es una práctica ancestral que estaría siendo violada en su derecho, ya que nosotros como pueblo originario tenemos nuestros derechos reconocidos a nivel de tratados internacionales y nacionales", agregó.
La parlamentaria considera obtusa la visión de la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE) de la ONU, de cuya última sesión –celebrada en Colombia- partió tal recomendación a los gobiernos de Perú y Bolivia.
"Ellos dicen que el consumo de hoja de coca es un paso a la drogadicción, si es así podríamos considerar que la producción de uva y de caña de azúcar es un paso al alcoholismo, es absurdo", dijo.
Además cuestionó por qué sólo buscan restringir y sancionar a quienes consumen coca, una planta ancestral que data antes de la conquista española, sin tomar en cuenta que insumos químicos como el ácido sulfúrico y el amoníaco son los que sirven para su transformación en droga, siendo su comercio y producción los que deberían ser observados.
Finalmente, Sumire criticó la actitud del Gobierno Central, sobre todo del ejecutivo, que a través de la Ministra de Justicia ha manifestado que analizará la puesta en práctica de la recomendación de la ONU.
La controversia nació ayer, luego que la JIFE determinó en su informe final "Dictar medidas internas para prohibir la práctica de masticar la hoja de coca en Perú y Bolivia, así como el uso de esa planta en la fabricación de productos destinados al consumo masivo".
La organización en su informe anual del 2007 presentado ayer en la capital colombiana, exhorta a los Gobiernos de Bolivia y Perú a que adopten medidas sin demora con miras a abolir los usos de la hoja de coca que sean contrarios a la Convención de 1961, incluida la práctica de masticarla o "chaqcharla".
Absurdamente en dicho documento se consigna que "Masticar hoja de coca tendría un impacto en el aumento de la drogadicción, por lo que es necesario erradicar esa práctica, especialmente entre los jóvenes".