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LA CIUDAD DE TACNA A INICIOS DE 1879

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LA CIUDAD DE TACNA A INICIOS DE 1879

                                                         

Efraín Choque Alanoca

http://www.efrainchoque.blogspot.com

     1879, sólo nos interesa en el análisis histórico, como fecha referencial, debido a su significatividad en la coyuntura de preguerra. Sin embargo es un año cimero, que sintetiza, las conceptualizaciones y concreciones que pueden efectuarse de dicha coyuntura.     

El antiguo departamento de Tacna, desde 1875, comprendía a 3 provincias: Arica, Tacna y Tarata, y contaba con una superficie de 32,618 Km. El censo de 1876, le estimó una población de 36,000 habitantes, de los cuales 19,245 correspondían a la provincia de Tacna. Albergaba esta provincia del cercado de Tacna a los distritos de Calana, Pachía, Sama, Locumba, Ilabaya y Tacna. La ciudad-capital o heroica ciudad, tenía 10,778 habitantes. Casi todos los historiadores (Basadre, entre ellos), consideran que al inicio de la guerra con Chile, la población ascendió a 12,000 personas.     

Las actividades mercantiles y agrícolas -las principales de la zona operaban articuladas regionalmente al eje Europa – Arica – Tacna – Noroeste boliviano.     

En 1878, los ingresos por exportación de la Aduana de Arica habían descendido en un 50% en relación al año anterior. El afortunado año 1877, permitió atesorar 4,367,136 soles. En los primeros meses de 1879, la recaudación logró repuntar ostensiblemente, pero el ambiente bélico con sus zozobras e incertidumbre, anuló tal reanimación.     

Como en toda la preguerra, Gran Bretaña, Francia y Alemania eran las tres potencias ultramarinas que más importaban y exportaban por el puerto natural de Tacna, que era el de Arica. Las sociedades mercantiles y firmas de más importancia en la ciudad y la región, fueron: Campbel y Cía.; Salked y Cía.; Carhshemel y Cía; Cavagnaro y Porcella; Irribery y Cía.; Cusicanqui Hnos.; El Banco de Tacna, de financistas ingleses y franceses, entre otros.     

El ferrocarril de Arica a Tacna movilizaba 25,000 pasajeros al año, y 125,000 quintales de carga. A inicios del año nadie pudo asegurar que la tendencia sería diferente, debido al estallido del conflicto. 5 hoteles albergaban a 1,400 pasajeros en 1878.     

La agricultura estuvo orientada al cultivo de vides y forrajes, algodón, y a productos de panllevar para el consumo local. La vid era procesada industrialmente, y permitía la exportación de vinos y aguardientes hacia los pueblos y haciendas y asentamientos mineros altiplánicos de Bolivia. El cultivo  de pastos y alfalfas servía para cubrir la demanda del arrieraje a fin de alimentar las recuas y piaras. En el valle de Tacna, se destacaban las haciendas de Para, Piedra Blanca y Peschay.     

Como un cordón verde circundaban la ciudad los pagos y ayllus ancestrales. Los pagos Humo, Olanique, Aymara, Aica, Tonchaca, Silpay, Collana, Capanique eran gobernados por sus comisarios o principales. En 1879, la mayoría absoluta de los pequeños propietarios de las chacras y chacarillas de estos pagos, eran originarios o indígenas tacneños. Representaban a 303 contribuyentes en el distrito del Cercado y a una población aproximada de 3,000 habitantes.     

La ciudad estaba asentada en las riberas del Caplina, y presentaba una forma de trapecio rectangular, alargado hacia el noreste, con una estructura compuesta de manzanas, solares y una plaza principal, ubicada en la parte más meridional de la ciudad. A tenor del Rol de Contribuyentes Urbanos, presentaba 109 casas, 129 casitas, 247 cuartos, 51 tiendas y 5 tambos. La propiedad de estos inmuebles correspondía a la gran masa de nativos tacneños, lo que revestía a la urbe de una aureola viva de peruanidad. Esta situación varió ostensiblemente a raíz del conflicto bélico: un sector de comerciantes inmigrantes italianos, se apoderó -vía la especulación inmobiliaria- de los mejores y céntricos espacios de la ciudad.     

La ciudad alcanzó un gran realce urbanístico desde los años precedentes. Las obras físicas de la ciudad, testigos mudos de los años de la inmediata preguerra, y de la vorágine bélica, fueron: el Mercado y Casa de Abastos, el Matadero Municipal, la cárcel pública; los dos teatros, el hipódromo; el hospital San Ramón, el cuartel policial, el Lazareto; la Casa de Gobierno; la plaza con su fuente de bronce; el pasaje Vigil; la alameda con sus estatuas de mármol, y sus arcos y columnas de piedra labrada, así como una hermosa glorieta. Asimismo, la catedral inconclusa y las dos iglesias. Entre los servicios se tenía: el de gas público, el de agua potable; los servicios de correos, de las escuelas municipales, de higiene y vigilancia municipal, el control del peaje; el servicio de la guardia civil y el judicial.     

Las instituciones estatales estaban representadas por la Casa de Gobierno, la Corte de Justicia, los dos  juzgados de primera instancia. La municipalidad fue el órgano del gobierno local. El Prefecto a inicios de 1879 fue Carlos Zapata. El 25 de febrero fue reemplazado por Pedro A. del Solar. Desde 1878, Guillermo Mac Lean, se desempeñaba en el máximo cargo edilicio de la ciudad. José Chipoco Rivera atendía el despacho del juzgado de primera instancia. La representación parlamentaria lo conformaban el senador Emilio Forero, y los diputados Eduardo Villena y G. del Río.     

Los sectores dominantes de la ciudad lo conformaban una minúscula fracción de comerciantes extranjeros y un pequeño grupo de hacendados exportadores. Los sectores populares nutrían el grueso conglomerado urbano, representado por los artesanos, los pequeños agricultores de los pagos, los peones de haciendas y del arrieraje, los empleados públicos, y del comercio, los maestros, intelectuales, los pequeños propietarios, etc.     

La actividad institucional corría a cargo de las sociedades de beneficencia de Tacna, y sus similares de Bolivia, Alemania, Francia, Italia; de las sociedades de Artesanos y Auxilios Mutuos El  Porvenir; de grupos literarios y artísticos.     

El desarrollo cultural y espiritual de la ciudad, se confundió provechosamente entre las actividades educativas y de extensión de colegios y liceos; la veladas literarias; las puestas de teatro; las celebraciones de fiestas nacionales, religiosas, prosaicas; así como de las acusaciones lecturas y comentarios del diario local La Revista del Sur, que dejó de publicarse en mayo de 1880, cuando el ejército ocupó la ciudad. Acostumbrábase a conmemorar con especial significación y júbilo patriótico las gestas del 28 de julio y del 2 de mayo.     

El 14 de febrero, La Revista del Sur conmovió a la ciudad, con la siguiente noticia: "Fuerzas de ocupación chilena asaltan Antofagasta, alcanzando territorios bolivianos, al Sur del grado 23".     

Por esos días la crisis monetaria nacional y local se agudizaba más aún. El diario citado, describía la situación como sigue: "…sabido es que a las causas generales que produjeron la depreciación de los billetes de Lima, se agregó en Tacna, el hecho particular de rehusarse recibir dichos billetes como moneda circulante tal como sucede en la capital de la República y demás plazas mercantiles".     

Esta vez en Tacna la depreciación monetaria no era ya del 25% como ocurrió en 1875, sino que había sobrepasado el 50%. En las demás regiones del país, los estragos debieron ser mayores. El gran comercio de Tacna, en relación a la crisis de 1879, parecía una flor en el desierto; pues se mantenía en pie, gracias a la savia y los nutrientes que le reportaba el tráfico con Bolivia y Europa. Sin embargo debe registrarse que en la ciudad, existían sectores fuertemente golpeados por la crisis. A estas capas se refería el artículo de fondo de La Revista del Sur del 11 de febrero del año que historiamos, titulado macizamente: "La crisis". En él se lee: "…hablamos de los militares, empleados, pensionistas, que, desde 1875 vienen sufriendo la reducción casi a la mitad de su sueldo…" 

     Así, en estas circunstancias, sorprendió la guerra a Tacna y al Perú. Una profunda crisis monetaria, fiscal, económica, campeaba en el país. La quiebra el Estado civilista, el desgobierno, la creciente corrupción que corroía las instituciones estatales, habían coronado un clímax de conflicto y frustración nacional, que se decía "…No hay ministro, no hay representante, no hay ciudadano, no hay hombre honrado, ¡Pobre Patria!".