El presidente haitiano Jovenel Moïse, de 53 años, fue asesinado durante la madrugada del miércoles 7 de julio luego de que hombres armados sin identificar asaltaran su residencia, en Puerto Príncipe, la capital, según informó el primer ministro interino, Claude Joseph.
Su esposa y primera dama de la nación, Martine Moïse, resultó herida de bala durante el asalto y fue trasladada a un hospital, según fuentes oficiales. Las autoridades haitianas han pedido calma a la ciudadanía ante lo que denominan «un acto inhumano y bárbaro».
Para el internacionalista Miguel Ángel Rodríguez Mackay “lo que pasa en Haití es el claro espejo de lo que se denomina en la teoría de las relaciones internacionales, el estado fallido”. Anarquía, “¿te imaginas a un presidente como Moïse, que lo acribillen en la puerta de su casa?”.
Moïse llegó al poder a raíz de unas elecciones marcadas por los retrasos continuos, por las múltiples acusaciones de fraude y, sobre todo, por una bajísima participación. En un país de cerca de 12 millones de habitantes, solo 600.000 respaldaron en las urnas al fallecido mandatario, poco más de un 5% de la población.
Según el especialista Haití es desde el 2010 un país que atraviesa un sosiego nacional donde la fractura interna como consecuencia de un terremoto que padeció el país y que gobierno tras gobierno estuvieron flagelados en su gobernanza interna que llevó a un proceso de elecciones donde había muchas pugnas
“En 2017 llega al poder, una vez que lo consigue la desatención estaba en que si culminaba ahora en 2021 versus lo que era en 2022. Estas idas y vueltas le han ocasionado muchas pugnas al norte y sur del país”.