Por: Gonzalo Moya, licenciado en filosofía
La desafección ciudadana fue la única triunfadora en la primera etapa del proceso electoral realizado en Chile este último domingo 21 de Noviembre, de manera irredargüible. Drama para la política chilena que no ha sabido canalizar adecuadamente, vacua tautología discursiva, el verdadero sentir de la clase trabajadora. Aunque ya se avizoraba en el embrollo electoral, de acuerdo a algunas encuestadoras responsables, una leve mayoría relativa para el candidato de la extrema derecha autoritaria, ignominiosa e inhumana, José Kast Rist, abanderado del Frente Social Cristiano, ahora apoyado obviamente en el balotaje del próximo 19 de Diciembre por toda la mal llamada derecha “social”, quien se impuso sobre el joven representante del conglomerado Apruebo Dignidad, Gabriel Boric Font, de la irresoluta izquierda tradicional.
Los resultados simplemente demostraron que continúa la dictadura invisible del capitalismo oprobioso, ajeno a todo tipo de reacción ética o a una legítima transformación social y que ha dado origen, para beneplácito de la “clase” empresarial, a seres acríticos y conformistas, ratificando entonces la perenne existencia del hombre masa ( Ortega y Gasset ) o del hombre mediocre ( José Ingenieros ), vale decir, aquellos seres humanos insustanciales que no pueden comprometerse con una “metanoia” colectiva que conduzca a nuevos derroteros políticos, sociales y morales o validando asimismo otro concepto en el estrato social chileno denominado “los hijos de la dictadura”, o sea, aquellos habitantes de la “cultura” neoliberal, desclasados, retrógrados en lo axiológico, manipulables, provenientes de la antigua e izquierdista clase trabajadora y que entregaron el triunfo, sin miramiento alguno en esta primera vuelta al candidato conservador, heredero del dictador.
Estos “hijos de la dictadura”, son perfectos amantes del dinero y no miden las consecuencias corruptoras del capitalismo expoliador. Ergo, por esencia, son seres sociales egoístas, consumistas, inanes, ignaros (la ignorancia es peligrosa), ímprobos, irresponsables, no solidarios, con ideas ultra nacionalistas e involutivas, por lo tanto, apáticos a la política moderna, puesto que si no entienden alguna conceptualización o problemática politológica por su casi nula preparación intelectual, por no decir nada, que muchas veces ostentan con absurdo orgullo, simplemente la caricaturizan.
Además, siendo generalmente seres religiosos integristas son incapaces de discernir una idea eclesiológica o teológica o la significancia de la hermenéutica religiosa como parte de la siempre sibilina y contradictoria cultura humana. En estos días, Chile vive un tiempo de descalabro político y moral donde impera un sentimiento casi desesperanzador. Quousque tandem. El pronóstico para el balotaje es realmente incierto y lo único que poéticamente queda, tal cual verdadero sentido de lo humano, es racionalizar, maximizar y reestructurar toda la capacidad política del progresismo unitario para impedir el “triunfo” de la ilógica política y que la Convención Constituyente, elegida democráticamente por un pueblo descontento de su descontento, entregue a Chile en el plazo establecido la histórica y liberadora Nueva Constitución. Res ipsa loquitur.