Gabriela Mistral, sigilosa feminista, nunca conoció a José Martí, empero fue su “novia espiritual”, su “amor platónico”, su guía terrenal. Martí, destacado ser humano entre los humanos, representó para Mistral el sentimiento puro y potente de la causa común latinoamericana, región edénica, siempre marginada y expoliada hasta la actualidad, siempre ajena a lo realmente humano. “Lo leí, lo volví a leer, lo leí por tercera vez, fundí mi pensamiento con el suyo y dejé que mi alma fuese invadida toda por las ideas martianas”. La vida del “apóstol” Martí fue una aventura deseada, soplido de la muerte, como todas las vidas humanas, que le llevó a convertirse en el constructor de un ideario independentista y desarrollista que, seguramente, trascenderá la historia humana. “Que yo voy muerto, es claro: a nadie importa, Y ni siquiera a mí, pero por bella, Ígnea, varia, inmortal, amo la vida.”, palabras de su estro. Hombre universal, genio de la vida humana y humilde buscador de la verdad, personificó ejemplarmente los principios apodícticos de la orden masónica, pues derrotó la intolerancia, la ambición, la ignorancia y la inepcia moral, vale decir, ordenó con sabiduría su inteligencia creativa para llevar a cabo proyectos políticos, filosóficos y poéticos. Cultivó y comprendió a cabalidad, además, los conceptos masónicos del honor, solidaridad, deber, respeto, obligación fraternal, constante superación y entendimiento de la libertad como acto de legítima justicia, columnas esenciales y vitales de su amor por la humanidad.
El pensamiento martiano y mistraliano se amalgamó para consolidar la causa unitaria e identitaria del latino americanismo por la justicia y la equidad social (comprensión superior). Martí y Mistral, humanos sensibles y participantes activos en su tiempo de la política buenamente entendida (todo ser humano no puede abstraerse de la política contingente) optaron por un racional accionar del progreso unipersonal, ergo, universal, es decir, por medio de la belleza poética enseñaron un significativo y sólido pensamiento político para los desheredados o “los que sobran” o “los de abajo”, lo cual, indudablemente, ha respondido a las perspectivas históricas de nuestra contemporaneidad, contaminada por la pobreza estructural y la obsecuencia económica.
Martí, figura excelsa y talentosa de la razón humana, leal a los principios inquebrantables de la política moral, digna y democrática, continúa siendo un coherente ejemplo de trascendencia axiológica, como ser humano pensante, auténtico y comprometido con la historia de América Latina. Mistral, Lucila vigorosa, mágica poeta, destrozada por la vida, mas nunca derrotada por la política retardataria. Ambos, Mistral y Martí, calificaron para que el sonido de su poesía, sea escuchado por siempre en el ponto arcano de lo humano.