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LA LIBERTAD INTENTA ABRIRSE PASO EN CUBA

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 El pasado 23 de febrero murió en La Habana el prisionero político Orlando Zapata Tamayo. Llevaba siete años en prisión, y había pasado los últimos 85 días de su vida en huelga de hambre en protesta por los malos tratos y para ser reconocido como preso político. El fallecimiento por inanición de este albañil desconocido, negro, de 42 años y con escasa militancia opositora, desencadenó una movilización disidente sin precedentes y una ola de condenas internacionales contra el Gobierno de Raúl Castro, si bien la mayoría de los cubanos quedó al margen de este tsunami político.

La oposición consideró lo sucedido un "asesinato premeditado". Y elevó a Zapata a la categoría de mártir, convirtiendo su símbolo en una espuela que unió y movilizó a una disidencia históricamente frágil y atomizada. El entierro del activista, considerado por Amnistía Internacional prisionero de conciencia y un simple "delincuente común" por las autoridades, fue el primer asalto de un pulso que se mantiene vivo 35 días después.

Para impedir un homenaje al opositor en su localidad natal, la policía realizó más de cien detenciones temporales de activistas y cerró el acceso a Banes, un pueblo de 35.000 habitantes en el oriente cubano. El cerco impidió que hubiera incidentes, pero entre los arrestados en vísperas del funeral cayó el periodista disidente Guillermo Fariñas, psicólogo y ex militar, de 48 años, un adversario duro.

Con once años de prisión y 22 ayunos a muerte como pedigrí opositor, Fariñas se declaró en huelga de hambre y sed el 24 de febrero. Su propósito fue retar al régimen y emplazarlo a liberar a 26 presos de conciencia enfermos; de lo contrario, dijo, se dejaría morir para demostrar la intolerancia castrista y su carácter violador de los derechos humanos. Varios presos del Grupo de los 75 -condenados a penas de hasta 28 años de cárcel en 2003 bajo la acusación de "conspirar" con Estados Unidos- iniciaron ayunos similares, pero lo abandonaron días después. Fariñas quedó en el centro de todas las miradas, sobre todo internacionales.

Desde su casa en la ciudad de Santa Clara, y ahora desde una sala de terapia intensiva del hospital provincial de esta ciudad, ha dado cientos de entrevistas… Su pretensión, ha dicho siempre, es recoger la antorcha de Zapata y convertir su propia muerte en un "segundo martirio" que alimente la causa de libertad de Cuba. Así de crudo y así de directo.

Tres semanas después de la muerte de Zapata, con Fariñas ya en el hospital, las Damas de Blanco convocaron una semana de movilizaciones en las calles para demandar la liberación de los presos políticos. En un hecho sin precedentes, entre 30 y 40 esposas, madres y familiares de los opositores del Grupo de los 75 (de los cuales 53 siguen en prisión) se manifestaron siete jornadas seguidas en diversos barrios de La Habana, ante la mirada incrédula de miles de habaneros.

Sin duda, el séptimo aniversario del encarcelamiento de los disidentes -entre el 18 y el 20 de marzo de 2003- marcó un hito: todos los días las mujeres desfilaron por las calles, aunque fueron sometidas a actos de repudio perfectamente organizados y la masa nada espontánea las abucheó y calificó de "gusanas" y mercenarias"; un solo día hubo violencia física y bastó para que el mundo lo denunciara con tanta fuerza como había condenado la muerte de Zapata.

A día de hoy, el escenario está como sigue:

– Fariñas en huelga de hambre desde hace 36 días en Santa Clara, a la que se han sumado el preso político Darsi Ferrer, en la cárcel de Valle Grande, y el activista de los derechos humanos Franklin Pelegrino, en la localidad de Cacocum, provincia de Holguín

– El reto a las autoridades está echado: liberar a 26 presos políticos enfermos, o de lo contrario asumir las consecuencias de la muerte de Fariñas y de otros opositores. El disidente histórico Felix Bonne, entre otros, ha advertido que tomará el "relevo" si Fariñas muere.

– Las Damas de Blanco, Premio Sajarov del Parlamento Europeo, han aumentado su capacidad de movilización, transformándose en emblema internacional de la disidencia, al igual que los 200 presos políticos que se encuentran en las cárceles, según cifras de la oposición.

– La frágil disidencia cubana, incluidos los más jóvenes blogueros, se ha unido en estas jornadas; habrá que ver que si esta situación se mantiene y si logran conectar con la población, algo que parece todavía muy lejano.

– El cantautor Silvio Rodríguez, que siempre ha defendido al régimen, dice que hay que superar la "erre" de revolución y que el país pide a gritos "evolución". Añade que es momento de "revisar montones de cosas, montones de conceptos, hasta instituciones". Otro símbolo, Pablo Milanés, reclamaba desde España este mes que su país "avance con ideas y hombres nuevos" y haga "otra revolución", ya que "el sol enorme que nació en el 59" se llenó de manchas al "ponerse viejo".

Sobre el reto, el Gobierno cubano, a través del ministro de Exteriores, Bruno Rodríguez, ya ha expresado que "Cuba no puede aceptar presiones, no puede aceptar chantajes de ninguna naturaleza, como cualquier Estado soberano". Tanto Fariñas como Zapata, dijo el funcionario en Nueva York a la agencia AP, están manipulados por "los que instruyen, los que financian, los que organizan la subversión contra Cuba". A juicio del Gobierno, existe una "campaña mediática" que trata de desacreditar la revolución y exagera cualquier cosa que pasa en la isla.

Cortesía: El País