El Río Bravo no es ni lo uno ni lo otro, cualquiera puede cruzarlo andando y casi sin mojarse desde Ciudad Juárez hasta El Paso. Tal vez eso fue lo que intentaba ayer Sergio Adrián Hernández, un muchacho mexicano de 14 años, cuando una bala disparada por un agente de la Patrulla Fronteriza estadounidense lo mató en el acto. Su cuerpo quedó tendido del lado mexicano de la frontera, bajo el Puente Negro, a la vista de decenas de personas, niños incluidos, que lloraban por el segundo compatriota muerto en ocho días a manos de policías norteamericanos.
El lunes anterior, el migrante Anastasio Hernández Rojas falleció en San Diego tras recibir una lluvia de golpes y descargas eléctricas por parte de agentes fronterizos. Hay quien dice que el muchacho muerto el martes en Ciudad Juárez ni siquiera intentaba cruzar a Estados Unidos. Que sólo estaba jugando al fútbol junto a sus amigos. Otras versiones sitúan a Sergio Adrián burlándose y arrojando piedras a los policías del país de enfrente. Lo que sí parece claro es que, en cualquiera de los casos, una bala en la cabeza es demasiado castigo.
El servicio médico forense de Ciudad Juárez recogió el cadáver del muchacho y poco después se lo entregó a su familia, que lo veló con su ropa de futbolista. María Rosario Hernández, hermana de Sergio Adrián, aseguró disponer de un vídeo en el que se ve a los agentes estadounidenses intentando destruir pruebas: "En el vídeo se ve cómo la migra cruzó a la parte mexicana del río porque ahí estaban los casquillos de bala y querían llevárselos. La policía mexicana les dijo que no, que se retiraran por favor para allá". Un testigo dijo haber visto cómo un agente en bicicleta disparó a corta distancia sobre Sergio Adrián y sus amigos.
"El muchacho que posteriormente falleció intentó cruzar el río", explicó, "pero cuando los policías gringos intentaron detenerlo retrocedió hacia el lado mexicano y se refugió detrás del muro que sostiene al puente. Y cuando asomó la cabeza fue cuando recibió el disparo…". Ya en el velatorio, Jesús Hernández, el padre de Sergio Adrián y de otros cinco jóvenes más, pidió al presidente Felipe Calderón que se faje ante Estados Unidos para exigir justicia. "Yo le digo al señor Calderón que si tiene pantalones, que se los amarre y que vea lo que está pasando, que o está ciego o no mira". Jesús Hernández dijo que su hijo sólo fue al río para pasar el rato: "Había muchos chavales, y el de la migra andaría drogado o no sé qué andaría, el chiste es que empezó a tirar balazos y le pegó dos en la cabeza al niño, a mi bebé…".
Cortesía: El País