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JANE’S ADDICTION MOSTRÓ IMPRESIONANTE ENTREGA EN SU CONCIERTO EN LIMA

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La banda estadounidense Jane’s Addiction, uno de los pilares del denominado rock alternativo, dio anoche en Lima un espectacular concierto que, lamentablemente, solo pudo ser apreciado por aproximadamente algo más de un millar de personas.

Para los músicos, felizmente, ello no fue más que un detalle. Liderados por el carismático vocalista Perry Farrell –fundador del festival Lollapallooza, que el fin de semana tuvo su primera edición latinoamericana en Chile- los integrantes del cuarteto dieron lo mejor de sí; como si estuviesen tocando para un estadio lleno, antes que para una playa de estacionamiento semivacía.

‘Whores’, tema provenientes de los turbulentos comienzos de Jane’s Addiction como banda, fue el primero de una noche que ya había tenido una fase preliminar con la participación de la banda local Autobús.

 

Sus primeros acordes coincidieron con la caída de enormes cortinas negras colocadas sobre el escenario, que, una vez retiradas permitieron observar un decorado en el que destacaban dos enormes figuras de mujeres semidesnudas en cada extremo.

Detrás de  los músicos, dos chicas vestidas con indumentarias propias de las denominadas dominatrices (una de ellas la bella Etty Lau; esposa del cantante del grupo) colgaban de lianas de tela que venían desde el techo del proscenio.

Delante de ellas, Farrell, el bajista Chris Chaney y el controvertido guitarrista Dave Navarro, demostraban su calidad como músicos, junto al frenético acompañamiento de la batería de Setephen Perkins.

Si bien el gentío reunido en la explanada del Estadio Monumental era escaso, el fervor que demostró por la música de Jane’s Addiction fue superlativo.

La adrenalina del público –la mayoría jóvenes en sus 30 años; es decir, aquellos que vivieron su adolescencia durante los años 90- empezó a subir con la segunda canción, la veloz y tortuosa (su letra  habla sobre el fallecimiento de un padre de familia) ‘Had a Dad’.

La euforia se volvió mayúscula con ‘Ted, just admit it’, tema del primer disco del grupo –el ya clásico ‘Nothing’s Shocking’, de 1988- en la que se identifica a la televisión como un agente promotor de insensibilidad.

En tanto, las dos mujeres del cuerpo de baile del grupo ensayaban bailes dionisiacos y se enfocaban una a la otra por turnos con una pequeña cámara de video, cuyas imágenes eran proyectadas en las dos pantallas gigantes colocadas a los bordes del escenario.

Terminada esta canción, Farrell saludó en castellano y dio inicio a la densa ‘Superhero’.
Minutos después presentaría una nueva composición, la agil ‘End to the Lies’, que aparecerá en el disco que la banda viene preparando tras ocho años de permanentes giras, y que llevaría el nombre de ‘The Great Escape Artist’.

Ya con el público en sus bolsillos, Farrell y compañía arremetieron con ‘Been caught Stealing’, hit de 1990.

Con él, la explanada del Estadio Monunental se convirtió en un escenario en el cual la audiencia bailaba y saltaba frenéticamente.

El pogo –ese conjunto de movimientos corporales que refleja en el cuerpo del oyente el ritmo y la vibración de la música– se transformó en uno de  los protagonistas de la noche.

El final de la primera parte llegó con ‘Ocean Size’, la cual, junto a la extensa y tortuosa ‘Three days’, habían mantenido a la audiencia presa del frenetismo.

Explosión y frenesí

Al retornar, tras un breve descanso, Farrell y compañía se ubicaron sobre sillas colocadas al borde del escenario, mientras contaban como es que aprendieron a hablar castellano viviendo en su natal Los Ángeles.

Luego, acompañados por ritmos programados, y provistos de guitarras acústicas, interpretaron ‘Jane Says’; una suerte de himno para el grupo y sus seguidoras femeninas, proveniente de su primer disco.

El corolario a una noche breve pero intensa lo puso ‘Stop!’, quizás la mejor muestra del estilo de la banda.

Una canción con momentos sumamente intensos y frenéticos en las que la influencia del punk, el metal y el funk se funden en algo que –pasadas ya dos décadas desde su concepción- sigue sonando tan innovador y juvenil, como inclasificable.

El momento climático de la canción fue acompañada por enormes explosiones de papel picado, que le dieron a la velada un ambiente aún más festivo.

Poco importaba ya que el número de asistentes haya sido inversamente proporcional al grado enorme de entrega mostrado por una banda que ejemplifica en sí misma el equilibrio que siempre debe haber entre profesionalismo y ‘feeling’.

Afortunadamente, el público limeño, a su vez, había devuelto durante toda la jornada la misma pasión y sentimiento que estos grandes  artistas le habían entregado desde arriba del escenario.  
Cortesía: Andina