Durante estos días las familias que perdieron a un ser querido tienen una costumbre muy peculiar, el de ofrecer las famosas tantawawas. Dicha costumbre está inspirada en la combinación de la religión y la cosmovisión incaica que proponía que los muertos aún estaban entre nosotros, señaló Estela Gamero López, presidenta del Centro de Investigación y Desarrollo Andino Quechumara.
Aunque puede variar de ingredientes (harina, levadura, con agua de anís), lo que le diferencia al tantawawa de los demás panes es que es dulce y tiene forma de bebé o carita de neonato, que es el denominador común.
Comento además que antiguamente en las casas se preparaban los potajes que más le gustaba al fallecido, asimismo en la misma sepultura se tiene los rezos que habrían sido aprendido de los curas con la diferencia que están en aimara para facilitar el entendimiento de muchas familias que no hablan español.
Los muertos eran tratados como si estuvieran vivos y se creía que se debía alistar los objetos que este usaría en su trayecto al otro mundo, de ahí que se prepare ademas murales con ofrendas.