El primer ministro comparece en en Downing Street por segundo día consecutivo. Un Londres blindado pasa la noche en calma. Unos 2.000 jóvenes se enfrentan con la policía en la ciudad de Manchester. Cerca de 900 personas han sido detenidas desde el pasado sábado
La violencia, lejos de apaciguarse, se ha extendido a otros lugares de Reino Unido. El primer ministro británico, David Cameron, ha dicho hoy que, ante la actual ola de violencia callejera, no permitirá que «la cultura del miedo» prevalezca en las calles. «Foto a foto, todos los delincuentes serán identificados y detenidos», ha asegurado Cameron. «Necesitábamos una respuesta y hemos respondido con firmeza», ha añadido.
Por segundo día consecutivo, Cameron ha presidido en Downing Street una reunión de su gabinete de crisis para evaluar la respuesta a los saqueos y disturbios, que han llevado en cuatro días ha practicar 768 detenciones en Londres. En este sentido, el primer ministro británico ha dicho que ha mostrado «lo peor» y «o mejor» del país, en alusión a los «delincuentes» que la provocan y la policía que lucha contra ella. «Las personas detenidas por participar en los disturbios serán enviadas a prisión», ha subrayado el premier.
Ante esta situación, Cameron y la Policía Metropolitana han autorizado el uso de pelotas de goma y cañones de agua para repeler a los saqueadores y alborotadores en Londres y el resto de ciudades británicas sacudidas por la oleada de violencia. El Gobierno adelanta que estos poderes de emergencia estarán en vigor «mientras sean necesarios» con el fin de recuperar el orden público. Cameron ha pedido a los efectivos de seguridad que recurran a tácticas «más contundentes» contra los criminales. A su vez ha prometido acelerar los procedimientos judiciales a los no menos de 100 imputados. «Sentiréis toda la fuerza de la ley, y si sois lo suficientemente mayores para cometer estos crímenes, también lo sois para enfrentaros al castigo», ha trasladado el premier a los infractores, en su gran mayoría jóvenes.
La violencia continúa
En las últimas horas se ha cumplido lo que se temía. Con Londres en estado de máxima alerta, con la policía aconsejando a los dueños de restaurantes que cierren sus puertas, con un despliegue policial masivo para lo que se acostumbra en la capital británica, que pasó una noche en relativa calma tras tres días de disturbios, la violencia se extendió ayer a varias ciudades de Inglaterra. Los encapuchados no aguardan a la noche para atacar. En Manchester, Birmingham, Wolverhampton, Salford y West Bromwich los disturbios se prodigaron a plena luz del día.
Unos 2.000 jóvenes se enfrentaron a la policía en Manchester, en los primeros altercados en esta ciudad del norte de Inglaterra. Los disturbios tuvieron lugar en una de las calles principales del centro, donde se incendiaron locales y un centenar de alborotadores entraron en un centro comercial y asaltaron varias tiendas. Unos disturbios que han provocado que la empresa de autobuses National Express haya suspendido las rutan que operan en Birmingham (la estación de esta localidad ha sido cerrada), Wolverhampton y Manchester a la espera de «próximas noticias», según recoge la BBC.
Otro de los escenarios principales de dos incidentes de esta madrugada también ha sido Liverpool. Unos 200 cócteles molotov han sido lanzados en el sur de la ciudad, en el área de Toxterh, provocando disturbios y daños en los edificios y comercios de la zona así como también coches incendiados, según información de la policía -que ha efectuado 44 arrestos en la zona desde la noche del lunes, según recoge en su perfil de Twitter. Los incidentes han provocado que las autoridades policiales desplegaran varios furgones en la zona, llegando a cortar la calle de Smithdown y pidiendo a la población que se alejara de la zona.
Hay también pequeñas escaramuzas en zonas de las West Midlands (en el centro del país). La policía de la zona ha detenido esta noche a 109 personas por los incidentes registrados en Birmingham, West Bromwich y Wolverhampton. Aún así, la policía informa que no hay tantos disturbios, ni tan fuertes, como los registrados la noche del lunes en el centro de Birmingham. Un portavoz del cuerpo policial de West Midlands especifica que más de 400 policías patrullan esta noche las calles, a los que se suman efectivos municipales.
En Nottingham, entre 30 y 40 personas han participado durante las primeras horas de esta noche en un ataque con cócteles molotov contra una comisaría de la localidad, según ha confirmado la Policía de esta ciudad, que no tiene constancia de daños personales ni grandes daños materiales a causa de este incidente. Los bomberos han conseguido extinguir las llamas sobre la medianoche. La misma policía, a través de su cuenta en Twitter ha confirmado que ocho personas han sido detenidas en relación con este incidente.
En toda Inglaterra, la pasada madrugada fueron detenidas alrededor de 400 personas y ya son cerca de 900 los detenidos en relación con los disturbios desde el pasado sábado. A 111 de ellos las autoridades judiciales han imputado cargos. Un total de 69 individuos se enfrentan a cargos por robo, y otros 13 serían culpables de perturbar el orden público. Además, hay causas relacionadas con hurtos, asaltos a la Policía y posesión de armas, entre otros. La Policía Metropolitana matiza en su comunicado que estos datos se encuentran en constante actualización.
Nada que perder
Queman edificios sin otro objetivo que la destrucción, agreden a la policía y, a menudo, a cualquiera que tenga la mala fortuna de toparse en su camino. No proclaman reivindicaciones de ningún tipo. Y aunque rechazan dar sus nombres, no es difícil dar con alguien que considera a los agentes la encarnación del racismo y de todos los males. Da la impresión, al ver en las imágenes de televisión a chavales que saquean comercios a cara descubierta, que muchos piensan que no tienen casi nada que perder.
Los disturbios son cosa de jóvenes con chándal y habitualmente encapuchados, y también de algunas chicas que tapan sus rostros con pañuelos. Incluso algunas mujeres han contribuido a montar barricadas para que los jóvenes -a veces adolescentes- se líen a pedradas contra la policía.
Los medios de comunicación ingleses confirmaban que los agentes perseguían a los alborotadores en Salford, un suburbio de Manchester; la policía admitía que algunos comercios en el centro de esta ciudad habían sido incendiados y que decenas hombres se habían enfrentado a los agentes antes de ser dispersados; que los enmascarados lanzaban ladrillos en West Bromwich. Y también en Birmingham atacaban a unos cámaras de la cadena de televisión Sky News.
Mohamed Shafik, director de una fundación en Manchester, aseguraba anoche a la cadena BBC que en esta ciudad los jóvenes estaban muy bien organizados y que contaban con líderes que organizaban la algarada. En Manchester y en la región de las Midlands han tenido algunos días para prepararse mejor.
La noche del sábado explotó la violencia en Londres. Pero lo hizo solo en una zona limitada del norte, en el depauperado barrio de Tottenham y alrededores. Los jóvenes saqueadores atemorizaron el domingo otros distritos de la capital, e incluso brotaron altercados en el céntrico Soho. La noche del lunes, los alborotadores, ante la presencia bastante pasiva de una policía desbordada que nada hacía por impedir el robo de los comercios -lo que ha provocado la ira e indignación de los londinenses-, se esparcieron por toda la capital británica.
Algunas escenas captadas con móviles son escalofriantes: la mujer que salta desde la ventana de su casa incendiada para ser recibida por los brazos de un montón de hombres; el chaval que sangra tirado en el suelo y que es ayudado por otros jóvenes a ponerse de pie. El agredido deja un pequeño charco de sangre atrás y comienza a caminar. Aturdido, no percibe que quienes le ayudan le están robando la mochila. Los transeúntes pueden ser apedreados por turbas tan pequeñas como agresivas que no tienen en cuenta ni siquiera la avanzada edad de algunas personas: un anciano londinense se halla en estado crítico tras ser atacado cuando intentaba apagar un fuego.
La inmensa mayoría de los ciudadanos, tras las primeras jornadas de estupor, comienzan a decir basta. Ya se veían ayer por Londres personas con escobas dispuestas a limpiar las calles después de una noche de batalla campal, y en Ealing, un barrio de la capital, muchos vecinos pasarán la noche en vela. Además, los londinenses no se sienten seguros. Los ciudadanos se han quejado de la falta de seguridad y exigen soluciones al Gobierno Por eso, Cameron anunció un despliegue policial sin precedentes: 16.000 agentes vigilan desde esta noche las calles de Londres. A pesar del anuncio, decenas de comercios empezaron a cerrar a media tarde.
Cortesía: El País