Una radioescucha llamó a Radio Uno muy preocupada, contando el caso de su hija que, según el médico, habría estado mal de salud por los ácaros que las palomas le habrían contagiado. Estos microarácnidos suelen parasitar a las palomas. Y la cercanía a palomas puede afectar a las personas que tienen la salud debilitada. Peligran también quienes tienen tuberculosis, sida, cáncer, entre otros males que atenúan el sistema de defensa del organismo.
En Antofagasta-Chile, estudios médicos sobre las palomas y personas relacionadas a ellas dieron por resultado que las plumas y heces de las palomas triplican la posibilidad de contraer alergias. Dichas heces son volátiles y ello afectaría más a los niños, ya que por ser pequeños están en mayor contacto con las palomas y a ras del suelo. Pero yendo más lejos, en Suiza, se está multando con 700 euros a las personas que alimenten a las palomas.
En Perú, la acumulación de heces de palomas estaría deteriorando La Catedral Arequipeña. Similarmente en La Catedral de Tacna puede apreciarse el adueñamiento que las palomas tienen sobre las altas partes externas de la histórica construcción en piedra de cantería. Detalle: hace poco tiempo un trozo de piedra de una torre de La Catedral se cayó y el cronista Fredy Gambetta culpabilizó a las palomas.
En Lima, un medio de prensa informó que un anciano murió recientemente por una infección derivada de un hongo que parasita en el excremento de las palomas y que se le alojó en el cerebro, fulminándolo. La alcaldesa limeña, Susan Villarán, se pronunció al respecto negando la cavernaria idea de exterminar a las palomas, que esa no es la solución, pero sí se debe afrontar el problema con medidas que no abusen de las palomas, indefensas mensajeras de la paz.
Por otro lado, los amigos de los animales dieron por vía de solución que se nutra a las palomas con una planta que sirve de anticonceptivo para evitar su multiplicada reproducción, tal como se afronta el problema en España e Italia.
Finalmente, no hay que alarmarse. Se sabe de muchas personas con buena salud que convivieron en palomares y no contrajeron enfermedad alguna por culpa de las aves mensajeras, aves que mundialmente Juan Pablo Segundo utilizaba en símbolo de paz cristina y aquí, peruanamente, Alan García arrojaba como gesto aprista de libertad.