La sede de la Liga Árabe queda a escasos 100 metros de la Plaza Tahrir, en el centro de El Cairo.
El impacto de las protestas que tuvieron lugar allí, y que derrocaron al presidente Mubarak a principios de año, todavía reverberan en los muros del edificio de la organización.
Durante muchos años, la Liga Árabe ha sido vista como el símbolo de lo que va mal en el mundo árabe.
Ha sido criticada por ser un organismo fuente de un sinfín de declaraciones, que apenas logran disimular su falta de poder y divisiones internas.
Sin embargo, a principios de este año, la sorpresiva decisión de la liga de apoyar la creación de un espacio de exclusión aérea sobre Libia cambió de repente esta visión.
Esta decisión fue crucial en la consecución de una resolución por parte de las Naciones Unidas, que luego llevó a la intervención de la OTAN en Libia.
Grandes divisiones
Nerviosos por la irascibilidad de sus respectivos pueblos, los gobiernos árabes tomaron, por una vez, una decisión colectiva que cambió la historia.
Ahora enfrentan un mayor dilema sobre la situación de Siria.
Han tenido que transcurrir meses de violencia en Siria para que la Liga Árabe, finalmente, se pronunciara al respecto.
Desde entonces, la organización ha venido pronunciándose cada vez más sobre el asunto.
Hace dos semanas se negociaba un plan de paz en el país que, de ponerse en práctica, cambiaría en gran medida la situación en Siria.
El gobierno del presidente Bashar-al-Assad prometió acabar con la violencia contra los manifestantes, retirar sus tanques, liberar a presos políticos y abrir un espacio de diálogo con la oposición.
Pero, aunque Siria afirma haber puesto el plan en acción, hay pocos indicios de que eso sea cierto.
Así que una vez más la Liga árabe tiene que enfrentar el peligro de ser tildada de irrelevante y carente de autoridad.
Por otra parte, continúan las divisiones entre aquellos gobiernos árabes que representan el antiguo orden con los países que están evolucionando hacia una democracia.
Pero incluso el más conservador de los gobiernos se da cuenta de que la situación en Siria hace peligrar su propia supervivencia.
El dilema
El dilema de los miembros de la Liga Árabe es cómo ejercer su limitado poder.
Miembros de la oposición siria abogan porque el país sea expulsado. Algo que sería un golpe amargo para un país orgulloso de su panarabismo, y que podría incrementar la presión hacia acciones más duras por parte de la ONU.
Aunque nadie espera una intervención similar a la que tuvo lugar en Libia.
Sin embargo, tal decisión marcaría el fin del papel de la Liga Árabe en esta crisis, ya que con Siria fuera poco más podría hacer.
Por lo tanto, parece que por el momento los miembros de la Liga se niegan a ir tan lejos.
Aunque son escépticos sobre la disposición del gobierno sirio a terminar con la violencia, todavía trabajan para generar un diálogo entre el Estado y los grupos de oposición.
Nadie en la Liga cree que estas medidas tendrán éxito, por lo que una suspensión de la participación siria en la Liga podría ser finalmente inevitable.
No obstante, está claro que los países de la Liga quieren agotar cualquier opción antes de tomar medidas más radicales.
Cortesía: BBC en español.