El lugar más peligroso del viejo continente en la actualidad desbancó a Chechenia en el ránking. Se trata de la República de Dagestán, en Rusia, donde casi cada día tienen lugar ataques bombas, tiroteos y circulan a mansalva historias de torturas y gente desaparecida.
Dos hombres armados con ropa de camuflaje sosteniendo fusiles Kalashnikov entran en una tienda y dicen a los clientes que se vayan. El aterrorizado cajero tropieza al salir al ver a uno de los hombres poner una bomba en el mostrador y activar la cuenta atrás del contador.
No se molesta en vaciar la caja, simplemente sale de la tienda. Segundos más tarde el local se llena de humo.
Extorsión
Ataques como este han sido captados por las cámaras de seguridad de un supermercado. Es una forma que los grupos islámicos tienen de castigar la venta de alcohol, algo que se ha convertido en rutina en la capital de Dagestan, Makhachkala.
Los dueños de los comercios usualmente reciben primero una advertencia, que suele ser un mensaje de texto o una memoria USB arrojada desde la ventana de un auto o depositada en el buzón.
Si la ignoran podrían ser víctimas de un ataque bomba o un tiroteo. La otra opción es pagar un dinero a modo de «protección».
«A los atacantes les gusta describirse como devotos», dice un coronel de la policía anti-terrorista, que llamaremos Bashir.
«Pero muchos son criminales cínicos en busca de dinero».
Conocí a Bashir en un partido de fútbol, viendo al camerunés Samuel Eto’o, conocido por ser el futbolista mejor pagado, jugando en el equipo Anzhi Makhachkala.
La atmósfera en el estadio era relajada, incluso alegre, con ancianos comiendo pipas y niños ondeando banderas, en contraste con las fuertes medidas de seguridad en el exterior.
Tras el juego, un Eto sonriente me dijo que estaba orgulloso de jugar en Dagestán pero que no pasaba mucho tiempo ahí, siempre se iba directo a la seguridad de Moscú después de cada partido.
Puritanismo
En el centro de Makhachkala, ves a policía armada casi en cada esquina.
Bashir me condujo a un lugar donde dos coches bomba mataron recientemente a un policía y a una joven, hiriendo a 60 policías y peatones.
«Cuando acudimos al lugar después de la primera explosión, estalló una bomba 12 veces más fuerte», explicó.
«Era un trampa. Querían matar al máximo número posible de los nuestros».
Me pidió que no usara su nombre real o fotografiara su rostro. Los funcionarios del gobierno y policías son objetivos de los cada vez más violentos insurgentes islámicos.
Muchos funcionarios están demasiado asustados para salir a la calle en uniforme. Los policías que tienen que detener y registrar vehículos a menudo llevan una máscara.
A diferencia de sus colegas, Bashir quiere entender por qué tantos jóvenes en Dagestán se han unido a los rebeldes sumiéndose en la clandestinidad, lo que popularmente se conoce como «irse a los bosques».
En la universidad, le vi dar clases sobre los peligros de las páginas de internet fundamentalistas. Les contaba a los alumnos la historia del joven estudiante de medicina que se hacía de unos amigos a través de internet y poco después era obligado a colocar un coche bomba.
Bashir daba la clase con un imán, quién pedía moderación y colaboración con la justicia rusa. «Si un hombre recibe sólo educación laica será insensible, si un hombre sólo recibe educación religiosa será un fanático», decía el religioso.
Muchos musulmanes en Dagestán son sufíes, pero los jóvenes cada vez se ven más atraídos por la rama salafista del islam, que es menos mística, más puritana y no está controlada por el estado.
Según el ministerio de Interior, esto es un problema, tal y como pude ver en el pueblo de Sovietskoye, tres horas al sur de Makhachkala.
Asesinato
Said Gereikhanov, el joven imán de la mezquita del pueblo, me dijo que el pasado mes de mayo, docenas de fieles salafistas fueron detenidos y golpeados por la policía.
Funcionarios con ropa de civil entraron en la mezquita con botas embarradas durante las oraciones del viernes y le pidieron a todo el mundo que saliera.
Afuera estaba un grupo de hombres enmascarados con armas y los 150 fieles, incluyendo 15 escolares, fueron llevados a la estación de policía del pueblo vecino.
La policía también detuvo al director de la escuela secundaria local, Sadikullah Akhmedov. Said dijo que todavía estaba impactado por la forma en que se trató a los adolescentes y cómo Akhmedov no pudo interceder a su favor.
Me mostró las fotografías de los chicos llenos de magulladuras y con la mitad de sus barbas afeitadas.
La noche del 9 de julio, dos meses después del arresto en la mezquita, se dio un incidente todavía más grave, otro que tuvo impacto en toda Rusia. Akhmedov fue tiroteado en su propia sala de estar por atacantes desconocidos.
En la escuela nadie quiere hablar de ello. La viuda, Djeramat, me dijo que no tenía ni idea de quién mató a su marido.
Pero Said, el imán, dice que Akhmedov prohibió el hijab (pañuelo que cubre el cabello de las mujeres) en la escuela y trató a las chicas llevándolo «como si llevaran armas».
Said cree que lo mataron combatientes radicales y añadió «no puedes hacer justicia con asesinatos, sólo empeoran las cosas. Esta guerra dura ya 20 años».
Persuasión
Como Bashir, Rizvan Kurbanov, viceministro y hombre a cargo de la policía y la seguridad, quiere entender a los jóvenes insurgentes.
Tocando su iPad, Kurbanov me muestra su cuenta de Facebook. Dice que cuando más de 20 páginas de internet insurgentes aparecen en Dagestán, el gobierno tiene que intervenir el ciberespacio y usar las redes sociales para impedir que los jóvenes sean seducidos por los yihaidistas.
«No hay lugar en el mundo seguro del terrorismo. Hoy en el Cáucaso, Dagestán incluida, es de gran interés para las organizaciones terroristas y tratan de causar disturbios aquí», cuenta.
Hombre vigoroso de pelo cano, Kurbanov dirige una comisión para persuadir a los rebeldes para que dejen las armas y regresen con sus familias.
Es una forma novedosa de actuar en esta zona al norte del Cáucaso, donde desde siempre se han aplicado duras tácticas de represión con el beneplácito del Kremlin.
En la vecina Chechenia, fuerzas leales al presidente Ramzan Kadyrov han sido acusadas de quemar las casas de sospechosos de pertenecer a las milicias, dejando a sus familias sin hogar.
Kurbanov, por otro lado, urge a los padres a que busquen a sus hijos y les traigan a una mesa redonda donde pueden pedir clemencia.
Hasta ahora la comisión sólo ha tratado con unos pocos en la insurgencia y la indulgencia del gobierno sólo llega hasta ahí.
«Aquellos que no entienden, a los que llamo no-gente -porque son como animales que sólo quieren sangre y lucha- sólo son tratados brevemente por las agencias de seguridad».
Cortesía: BBC en español.