El corazón del hincha blanquiazul latió sin descanso hasta el último suspiro, y la recompensa llegó de la manera más épica. Alianza Lima ha vuelto a escribir su nombre con letras de oro en el escenario continental al clasificar a los octavos de final de la Copa Sudamericana 2025, tras un agónico empate 1-1 frente a Gremio en su propia fortaleza. El equipo de Néstor Gorosito hizo prevalecer la ventaja de 2-0 obtenida en Matute, sellando una gesta que quedará grabada en la memoria.
La noche en Porto Alegre prometía ser un desafío mayúsculo, y así fue. Desde el pitazo inicial, Gremio, herido por la derrota en la ida, salió con la intensidad que caracteriza a los equipos brasileños. El partido fue intenso, con los reclamos y la presión de los locales sobre el árbitro desde los primeros minutos, lo que le valió una amarilla a su técnico, Mano Menezes, al minuto 14.
Alianza Lima, por su parte, demostró solidez y concentración. A pesar de las tempranas amonestaciones a Garcés (minuto 4) y Guerrero (minuto 35), el equipo mantuvo el orden defensivo. Las incursiones en ataque, aunque no siempre con la precisión deseada, como el intento de Quevedo al minuto 28 o la jugada anulada por offside de Guerrero al minuto 24, mostraban la intención de buscar el gol que sentenciara la serie. El primer tiempo concluyó con el marcador en cero, un resultado valioso que dejaba a los ‘blanquiazules’ con un pie y medio en la siguiente fase.
La segunda mitad trajo consigo el drama y la tensión propia de esta fase. Gremio intensificó su búsqueda y encontró la recompensa al minuto 56. Un cabezazo de Gustavo Martins tras un tiro de esquina rompió el cero, encendiendo las alarmas y dándole una inyección de esperanza a los hinchas en el Arena do Grêmio. Los minutos siguientes fueron de resistencia heroica para Alianza Lima. El portero Viscarra se erigió como figura al minuto 83 con una salvada providencial ante un remate de Braithwaite, y la fortuna también jugó a favor cuando André estrelló un potente disparo en el poste al minuto 75.
Cuando el reloj se acercaba al minuto 90, la angustia se apoderó de todos. La expulsión de Zambrano al minuto 90, por una falta que le valió la tarjeta roja, dejó a Alianza Lima con diez hombres y el corazón en la mano. Parecía que la noche terminaría en sufrimiento puro, defendiendo la ventaja global con uñas y dientes.
Pero el fútbol, como la vida, a veces guarda las historias más emotivas para el final. Cuando el tiempo de descuento agonizaba, llegó la jugada mágica. Un pase sensacional en profundidad de Fernando Gaibor encontró a Hernán Barcos, el «pirata», quien con la sangre fría que solo los grandes tienen, mandó el balón al fondo de la red en la última acción del partido.
Un empate agónico que sabía a victoria, a reivindicación, a confirmación de que este equipo tiene el carácter y la garra para los grandes escenarios. La explosión de alegría en el banquillo y en los corazones de millones de peruanos fue total.
Alianza Lima ha vuelto a demostrar que en el ámbito internacional también puede soñar en grande. La clasificación a octavos de final de la Sudamericana es un paso importante. Ahora, el desafío es Universidad Católica de Ecuador en agosto.