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«La gran orden que cambió la historia de la Batalla de Junín y del Perú»

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A 201 años de la Batalla de Junín, el periodista y escritor Gastón Gaviola, en conversación con Radio Uno destacó un episodio crucial que inclinó la balanza en la gesta independentista de América Latina, un 6 de agosto de 1824. Esta batalla, que duró apenas 47 minutos y se libró exclusivamente con lanzas y sables, sin un solo disparo, estuvo marcada por una «orden de ataque» que desafió la retirada y cambió el curso de la historia peruana.

Así, el autor del libro  «Perú Batalla» relató que el choque inicial en la pampa de Junín resultó desastroso para la caballería patriota. Las unidades colombianas y venezolanas, aunque valientes, fueron masacradas por la caballería realista debido a la inferioridad numérica y táctica. Los húsares gran colombianos, al verse abrumados, llegaron a desmontar para intentar contener el ataque con lanzas, lo que solo empeoró su situación, quedando a pie frente a jinetes con sables a la altura de sus cabezas. Bolívar, desde una loma en Chacamarca, asumió la derrota y dio la orden de retirada para preservar lo que quedaba de sus tropas.

La desobediencia que terminó en victoria

Sin embargo, en medio de la retirada, ocurrió un hecho trascendental. El mayor Andrés Rázuri, jefe de una pequeña unidad llamada Dragones de Pacasmayo dentro de los Húsares del Perú, fue enviado por Isidoro Suárez (abuelo del célebre escritor Jorge Luis Borges) a consultar con el general Jacinto Lara la orden de retirada de Bolívar. Aunque Lara reafirmó la orden de retirarse, Rázuri, al regresar, cambió la instrucción y ordenó un ataque por la retaguardia.

Esta audaz maniobra fue la clave de la victoria. La caballería realista, que había estado persiguiendo y «cazando como conejos» a las desorganizadas tropas patriotas, se encontraba agotada y dispersa. Sus caballos estaban cansados, y sus formaciones se habían roto. En contraste, los Húsares del Perú, que no habían participado en el combate inicial, estaban frescos, sus caballos descansados, y su furia era «casi sobrenatural» al haber presenciado la masacre de sus compañeros.

Los Húsares del Perú cargaron al galope, como «demonios», pasando «como una guadaña» a través de las desprevenidas tropas realistas, que no pudieron girar sus monturas a tiempo para presentarles cara. La batalla se volcó por completo, obligando a los realistas a huir. Este enfrentamiento, además, fue una lucha de «peruanos contra peruanos», ya que muchas unidades realistas, como los Dragones del Perú y los Dragones de la Unión, estaban conformadas por peruanos promonárquicos.

Gaviola destacó que si bien, la «desobediencia» de Rázuri casi le cuesta la vida. Al finalizar la batalla, los oficiales patriotas lo buscaron para fusilarlo por haber desobedecido una orden directa en el campo de batalla, un acto punible con la ejecución. Sin embargo, Bolívar, asombrado y encantado con el resultado, detuvo la ejecución y reconoció el heroísmo de los Húsares del Perú, renombrándolos «Húsares de Junín». Esta unidad, que aún hoy usa el traje napoleónico de paño rojo de esa época, se convirtió en un ícono de la caballería peruana.

TACNA

Otro importante dato brindado por Gaviola en el mes de la reincorporación de Tacna a la heredad nacional,  es que los Húsares de Junín participaron de la Batalla de Tacna contra el invasor chileno, hoy conocida como Batalla del Alto de la Alianza, pero cuando se ilustra su participación se hacen con el traje estilo napoleónico. La batalla fue en una pampa desértica donde el factor climático hace ver que los Húsares «pelearon con ponchos, con traje de bayeta blanca, escarpines y carabinas», acotó al mismo tiempo de invocar a autoridades y población a revalorar la Ciudad Heroica donde «sus calles son historia viva».