Los líderes de las dos mayores economías mundiales, el presidente estadounidense Donald Trump y su homólogo chino, Xi Jinping, llevaron a cabo una crucial reunión que resultó en un acuerdo para reducir drásticamente las tensiones en su disputa comercial. Al respecto, el excanciller e internacionalista Miguel Ángel Rodríguez Mackay dicha reunión ha sido un ejercicio de «realismo político para no dispararse mutuamente». Las dos mayores economías del planeta se necesitan recíprocamente a través de exportaciones e importaciones, y el encuentro sirvió para reducir drásticamente los aranceles que se habían impuesto mutuamente en la guerra comercial.
El tema de las tierras raras es crucial, ya que China posee la mayor reserva mundial, lo que le ha permitido un «desarrollo tecnológico explosivo». China fue concesiva respecto a las tierras raras, mientras que EE. UU. fue concesivo respecto al fentanilo, cuya circulación los chinos no han evitado y que perjudica a Estados Unidos.
Para el especialista, a pesar de la postura inicial de Trump de aplicar aranceles a casi todo el mundo, la relación con China es diferente; no se le puede hacer a los chinos lo que se le hace a otros países. El poder de China es importante y no puede desconocerse.
La foto del encuentro transmite una suerte de «bipolaridad» entre dos actores con gran poder, situación que, según el excanciller peruano, «seguramente no le gusta» a Donald Trump, quien desea un mundo unipolar. Además, el internacionalista afirmó que Trump es un empresario cuya estructura psíquica «solamente tiene dólares». Por ello, el mandatario estadounidense prioriza sus relaciones con los «países árabes millonarios» (Qatar, Emiratos, Arabia Saudita) y «ningunea» a la Unión Europea, de la cual conoce su absoluta dependencia.
Regreso a la estrategia disuasiva nuclear
Rodríguez Mackay vinculó la decisión de Trump de reanudar las pruebas nucleares tras 30 años de pausa con la estrategia de Estados Unidos de afianzar su liderazgo global, pues Estados Unidos es consciente de que su poder se basa en la riqueza y el poder militar. La reanudación de las pruebas se interpreta en la meta de que «Estados Unidos vuelva a ser el superegemón del mundo», recuperando el liderazgo que Joe Biden estaba llevando «de picada al suelo».
Las potencias mundiales están volviendo a la etapa de la «estrategia disuasiva». Aunque el excanciller. enfatizó que una guerra nuclear es «el final de todo», el uso de armas nucleares tiene afanes estratégicamente disuasivos. No obstante, advirtió que esta estrategia es «muy riesgosa» si la contraparte es gobernada por un «loco o por un orate». Este avance tecnológico sin control lleva a la «involución humana».











