Rusia se ha anotado un gran tanto diplomático con su inesperada apuesta para que Damasco ponga bajo control internacional sus armas químicas como último recurso para evitar una intervención militar de Estados Unidos en Siria que se daba por segura hace solo dos días.
Lavrov aseguró hoy que Rusia y Siria ya trabajan en un ‘plan concreto, claro y eficaz’ para poner bajo control internacional las armas químicas sirias.
El plan anunciado por el ministro ruso de Exteriores, Serguéi Lavrov -que aprovechó la tímida declaración del secretario de Estado de EEUU, John Kerry, de que Siria podría evitar un ataque si entregaba su arsenal químico- fue aceptado en pocas horas por el régimen sirio y concitó la aprobación internacional en menos de un día.
Lavrov aseguró hoy que Rusia y Siria ya trabajan en un «plan concreto, claro y eficaz» para poner bajo control internacional las armas químicas sirias, y su homólogo sirio, Walid Muallem, que se encuentra en Moscú, anunció la respuesta oficial positiva de su Gobierno.
El impacto de la propuesta fue inmediato, y mientras el presidente de EEUU, Barack Obama, declaraba que sopesaría suspender un posible ataque militar en Siria, el Congreso de ese país aplazaba su decisión sobre si autorizaba o no la intervención.
En la arena internacional, el plan ruso concitó inmediatas adhesiones de actores hasta ahora proclives o claramente favorables a un ataque contra el régimen de Bachar al Asad por supuestamente haber gaseado a millar y medio de civiles el pasado 21 de agosto cerca de Damasco, como la Liga Árabe.
Francia, el único país de la UE que se había declarado dispuesto a participar en la acción militar, también se sumó a esta iniciativa diplomática, y Reino Unido afirmó que la va a estudiar.
Todo ello, aunque desde el comienzo mismo de la crisis siria Rusia ha dado todo su apoyo a su aliado Bachar al Asad, a quien el presidente ruso, Vladímir Putin, prometió que seguiría ayudando con armas y cooperación económica en caso de un ataque militar.
Con su iniciativa -que de momento parece haber paralizado los planes de Obama de atacar a Siria- Rusia se toma la revancha por el fracaso cosechado en la guerra de Irak, cuando sus esfuerzos diplomáticos no fueron tenidos en cuenta y no consiguió evitar la invasión del país.
La Rusia de Putin -el presidente denostado por Occidente por sus derivas autoritarias y su cuestionada política en materia de derechos humanos- protagoniza así su primera manifestación de liderazgo internacional desde la caída de la Unión Soviética en 1991.
EDWARD SNOWDEN
Su papel estelar en la crisis siria tiene lugar, además, cuando aún no se han apagado los ecos de otro reciente éxito mediático frente a EEUU, la concesión de asilo temporal al ex funcionario de la CIA estadounidense Edward Snowden, que denunció el espionaje electrónico a nivel global llevado a cabo por los servicios secretos de su país.
Putin dio refugio a Snowden ganando así un tenso pulso con Obama, sin ceder a las presiones para entregarlo a Washington y sacrificando incluso la celebración de una cumbre con el presidente de EEUU, que se negó a viajar a Moscú.
En el caso sirio, y en un signo de que Rusia no cede a los argumentos de EEUU, Moscú insiste en denunciar que no hay constancia de que el régimen de Al Asad usara armas químicas el pasado 21 de agosto en Guta, cerca de Damasco, donde habrían muerto más de 1.400 personas.
El ministro Lavrov recalcó que la iniciativa de poner el arsenal químico sirio bajo control internacional «no elimina la necesidad de investigar todas las denuncias de empleo de armas químicas en Siria».
Y subrayó que «los expertos de la ONU deben volver a Siria y cumplir plenamente su mandato».
Rusia mantiene que tiene pruebas de que quienes usaron las armas químicas fueron los grupos opositores para dar un pretexto a una intervención internacional.
(EFE)