Las últimas audiencias del juicio oral contra Alberto Fujimori, por los casos de Barrios Altos y La Cantuta, no solo confirman los brutales asesinatos a personas sindicadas de subversivas. También van saliendo a la luz otros hechos criminales cuya sospecha recaía sobre el destacamento Colina, opina Miguel Jugo, Director Ejecutivo de la Asociación Pro Derechos Humanos, APRODEH.
El detallado testimonio de Pablo Atúncar Cama, el pasado lunes 11 de febrero, sobre la planificación del atentado contra la vida del ex congresista Javier Diez Canseco y del hoy presidente regional de Lambayeque, Yehude Simon, confirman, una vez más, que Colina solo podía actuar siguiendo órdenes precisas de los más altos niveles del poder, que sus hechos no dependían de ellos.
Atúncar Cama ha sostenido que el atentado contra Diez Canseco abortó porque "no llegó la luz verde". En opinión de Jugo, "estas revelaciones confirman que Colina no solo se creó solo para eliminar a sospechosos de subversión sino para atentar contra políticos de oposición, y el hecho que estos no se hayan consumado demuestra también que las órdenes provenían de un mando superior".
Agrega que "los testimonios revelan que el destacamento Colina no actuaba con una lógica pura de exterminio, sino que tuvo un manejo fundamentalmente político, y por lo tanto, las órdenes tenían que venir necesariamente de los más altos mandos de la cúpula que lideraban Alberto Fujimori y Vladimiro Montesinos".
Para el representante de APRODEH, de haberse concretado estos atentados, hubieran sido hechos gravísimos para el gobierno de Fujimori, por lo que alguien tuvo que medir las consecuencias de haber asesinado a Diez Canseco y Yehude Simon. "Precisamente por eso que no se llegó a dar esas órdenes y Colina no iba a ejecutar una acción que no tuviera un respaldo político de las autoridades, porque hubiera obligado a Fujimori a inventar cualquier justificación para liberarse de la responsabilidad", concluye Miguel Jugo.