La Albiceleste jugó su mejor partido del Mundial gracias a la aparición con gol de Higuaín y eliminó a una Bélgica desconocida y sin reacción.
Volver a jugar semifinales de un Mundial luego de 24 años, era el gran objetivo de Argentina. Encomendarse a los astros, rezarles a los santos y esperar un hecho místico, fue la cábala antes de que arranque el torneo. Argentina tiene astros sí, y estos aparecen, cada uno en diferentes partidos. Lionel Messi en la fase de grupos, Ángel Di María ante Suiza, y Gonzalo Higuaín en cuartos.
Es el gol. Con el transcurrir de los partidos en la fase de grupos, Argentina careció de ese ‘Killer’ para definir. Para finalizar. Para gritar el gol. Lionel Messi se había puesto ese traje, pero no siempre lo puede hacer. Gonzalo Higuaín estaba desaparecido, peleado con el gol. Pero esas malas rachas que tienen los delanteros, siempre terminan con el clímax en la red.
La red lo conoce. Y el éxtasis llegó con el grito desaforado de Gonzalo Higuaín. El ‘Pipita’ recogió un rebote y le pegó en una. Como en sus mejores momentos de la eliminatoria, el goleador le dio tanta velocidad al esférico, que Thibaut Courtois solo la vio pasar. No pudo ni siquiera intentar evitarlo. Golazo.
Un fantasma. Arriesgar, proponer, aunque sea intentarlo. Bélgica, un fantasma en la cancha, ni siquiera tuvo la actitud para buscar el empate después del gol de Higuaín. Un equipo sin dirección, cansino, aburrido y sentenciado. Eden Hazard, no pudo mostrar el crecimiento sostenido que adquirió en el Chelsea. Lejos de su mejor nivel, en lo colectivo e individual, Argentina se tomó un mate y saboreó el pase a cuartos.