El papa Benedicto XVI presidió las dos misas del jueves santo, por la mañana ofició una misa en la Basílica de San Pedro mientras que en la tarde conmemoró la última cena de Cristo en la basílica romana San Juan de Letrán.
El pontífice lavó los pies a doce sacerdotes, como la tradición cristiana indica que hizo Jesucristo en la Ultima Cena con sus discípulos antes de su arresto y crucifixión, gesto en señal de humildad que no recuerda el mandato de servir a los demás.
Las actividades episcopales se cumplieron sin modificación alguna tras las amenazas lanzadas la víspera por el líder de la red terrorista Al-Qaeda, Osama Ben Laden.
Ninguna medida de seguridad especial fue tomada pese a que a Bin Laden acusó el miércoles al Papa de haber jugado "un papel importante" en la publicación de las caricaturas del profeta Mahoma en periódicos daneses, lo que considera una grave ofensa a su religión.
El jueves por la mañana, en la llamada misa crismal, el Papa se refirió a la libertad del hombre, estimando que ésta no puede ser "verdadera" si no se enmarca en la "voluntad de Dios".
Benedicto XVI denunció "la tentación de la humanidad de querer ser totalmente autónoma, de seguir únicamente su propia voluntad" y de "pensar que el hombre no será completamente hombre" si no goza de "esta libertad sin límites".
El Papa presidirá hoy, viernes, el tradicional Vía Crucis en el Coliseo romano, cuyas reflexiones han sido escritas para la ocasión por el cardenal de Hong Kong, el chino Zen Ze Kiun.
El Vía Crucis será dedicado a los sufrimientos y persecuciones de la Iglesia católica en China, sacudida en estos días por la violencia en Tíbet.
El Papa se unirá a la procesión únicamente en las tres últimas de las 14 etapas que conmemoran el suplicio de Cristo y de su muerte en la cruz.
El sábado por la noche, regresará a la basílica de San Pedro para la velada Pascual antes de la misa de Pascua del domingo, que culminará con la tradicional bendición urbi et orbi.