Una advertencia de las autoridades por miedo a nuevos sismos desató una ola de pavor en Sichuan. Un sismo de 5 grados se registró en Wenchuan.
Alertas de nuevos sismos de fuerte magnitud desataron una ola de pánico en China, donde miles de personas se echaron a las calles para escapar a una eventual nueva catástrofe, mientras esta vez lo que se derrumbaba eran los mercados de valores.
Más de una semana después del sismo que el 12 de mayo sacudió el suroeste del país, el gobierno de la provincia de Sichuan (suroeste), la más duramente afectada por el terremoto, anunció que el balance en esa región ascendía a 39.577 muertos confirmados y 236.359 heridos.
Este anuncio había sido precedido sin embargo por una buena noticia, el rescate con vida de un hombre de 31 años, Ma Yuanjiang, un ejecutivo que permaneció ocho días sepultado bajo los escombros de la central energética en que trabajaba.
Mientras las banderas ondeaban a media asta en el segundo día de duelo nacional, una advertencia de las autoridades de la provincia de Sichuan sobre la posibilidad de fuertes réplicas desató un movimiento de pánico durante la noche.
En las calles de Chengdu, capital de Sichuan, miles de personas aterrorizadas salieron a las calles llevando consigo colchones, sillas, ropa y otros bienes para alejarse de los edificios.
Se crearon gigantescos atascos de tráfico cuando los automovilistas se dirigieron en masa hacia las afueras de la ciudad o a los espacios abiertos como parques y estadios.
"Cualquiera que afirme que no tiene miedo está bromeando", afirmaba Zhu Yuejin, una joven de 23 años que pasó toda la noche en su coche.
La página web del gobierno local de Sichuan había advertido, citando a las autoridades sismológicas, de la inminencia de una réplica de magnitud 6 a 7 en la misma zona que la semana pasada se registró el terremoto de magnitud 8 en la escala de Richter.
Sin embargo, Du Jianguo, un experto del Instituto Chino de Sismología afirmó que resulta imposible predecir una réplica con tanta exactitud.
"No sé quién hizo esa predicción, pero personalmente no me lo creo", declaró a la AFP.
Desde el terremoto del 12 de mayo, China se ha visto sacudida por más de 150 réplicas, de magnitud 4 o más, incluyendo una de 5 grados en la escala de Richter que durante la noche sacudió la región de Pingwu, unos 125 km al norte del primer epicentro.
La advertencia de una inminente réplica de gran violencia encendió el nerviosismo en los mercados de valores, contribuyendo a una fuerte caída de 4,48% en la bolsa de Shanghai y de 2,23% en Hong Kong.
Según fuentes oficiales, el sismo de la semana pasada costará cerca de 10.000 millones de dólares al sector industrial de Sichuan y un 0,2% del crecimiento económico chino de este año.
Alimentando los temores entre los supersticiosos, los habitantes de la ciudad de Zunyi informaron de una migración masiva de ranas y sapos. La semana pasada, los batracios habían cubierto las ciudades de Sichuan días antes del sismo.
En el frente humanitario, la Cruz Roja china envió el martes a su primer equipo de psicólogos a la zona del sismo para asistir a las víctimas traumatizadas.
Pese a ser oficialmente un país ateo, una parte de la población china se ha girado hacia la religión en búsqueda de respuestas a situaciones trágicas como el sismo que devastó el suroeste del país.
Cinco millones de personas se quedaron sin hogar como consecuencia del terremoto.
"Aquí, provisionalmente tenemos todo lo que necesitamos, en espera de poder reconstruir nuestras casas que se derrumbaron", afirma Li Jinsong, un minero de 39 años que comparte una tienda de campaña con su familia y sus vecinos, es decir, 15 personas en total, en uno de los campamentos que crecen en torno a las zonas devastadas.
China autorizó la entrada de socorristas extranjeros, pero le llevó tres días abrir sus fronteras, una decisión que suscitó críticas internacionales.
"La decisión tomó tiempo. Habría sido mejor si hubiese sido más rápida", declaró a la prensa en Tokio el ministro japonés de Relaciones Exteriores, Masahiko Komura.
Por otra parte, el ministro chino de Protección del Medioambiente, Zhou Shengxian, afirmó que 32 instalaciones nucleares sepultadas por el sismo se encontraban el martes en situación "segura y controlable" y que no se detectaron fugas de radioactividad.