Para el Monseñor Marco Antonio Cortez Lara las apariciones fueron la manera de expresarse de «una madre que nos ama» y que lleva siempre el mismo mensaje «hacer penitencia y rezar porque el mundo se aleja de Dios».
Obispo de Tacna, monseñor Marco Antonio Cortez Lara.
El 13 de mayo de 1917, Lucía de 10 años, Francisco de 8 y Jacinta de 6, tres pequeños niños que pastoreaban sus ovejas en el sector Cova da Iria cerca de Fátima, Portugal, presenciaron la imagen de una mujer luminosa vestida de blanco, con un manto con bordes dorados y con un rosario en las manos, que les pidió que retornaran el mismo día y a la misma hora durante cinco meses consecutivos.
En los encuentros posteriores, la virgen les reveló los llamados Secretos de Fátima exhortándolos al arrepentimiento, a la conversión y a la práctica de la oración y la penitencia como camino de reparación por los pecados de la Humanidad.
Para el Monseñor Marco Antonio Cortez Lara las apariciones de la Virgen de Fátima fueron la manera de expresarse de «una madre que nos ama» y que lleva siempre el mismo mensaje «hacer penitencia y rezar porque el mundo se aleja de Dios».
«Yo creo que cuando un hijo pierde el norte ahí está la madre para ayudarle, creo yo que destaca esta misión maternal de Santa María con todos nosotros«, dijo.
Sobre los llamados secretos de Fátima sostuvo que » las revelaciones privadas que Dios con su bondad infinita o la Virgen hacen a una persona, como a los pastorcitos, a Santa Bernarda, a San Pío son revelaciones que guardan más a la persona y a un mensaje particular pero la Iglesia dice que no hay obligación de creer como se cree en las revelaciones públicas».
