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BARRIOS ALTOS Y LA CANTUTA FUERON CRÍMENES “FRÍAMENTE” PREMEDITADOS Y NO SIMPLES EXCESOS

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 (Cortesía ANDINA).- Las matanzas perpetradas por el grupo Colina en Barrios Altos (1991) y La Cantuta (1992) "no fueron simples excesos, como pretende minimizar" el ex jefe del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas Nicolás de Bari Hermoza Ríos, sino que fueron "fríamente" planeados y autorizados por el gobierno de Alberto Fujimori, afirmó hoy el fiscal supremo adjunto Avelino Guillén.

Aseveró que estas acciones criminales se perpetraron en cumplimiento de un plan estratégico de "guerra sucia", y que inclusive los miembros del destacamento Colina ensayaron sus acciones antes de cometerlos.

"Lo que hizo Colina no es un exceso, sino la aplicación de una estrategia de 'guerra sucia0' que consistía en la eliminación de presuntos subversivos y para eso cumplían una serie de pasos: planificación, entrenamiento a los ensayos, ‘luz verde’ o la autorización y luego la ejecución", sostuvo Guillén.

Advirtió que Hermoza Ríos pretende demostrar que al Ejército, que comandó en la década de 1990, se le escapó de las manos la lucha contra el terrorismo, y por eso se cometieron simples "excesos", como si fueran acciones no premeditadas, lo cual –aseguró– es totalmente falso.

"Los hechos en Barrios Altos y La Cantuta, y todos los actos que perpetró el equipo especial de inteligencia denominado Colina, fueron una fría planificación de operaciones que ineludiblemente conllevaban a que las víctimas que habían elegido, es decir, sus objetivos, serían eliminadas", refirió el fiscal.

Lo que Hermoza pretende es maquillar con el término "exceso" las operaciones especiales de inteligencia, que terminaban con la eliminación de personas previamente elegidas, anotó.

El representante del Ministerio Público reiteró que está debidamente probado que se cumplió un plan de "guerra sucia" que tenía el aval de Fujimori, y por el cual será condenado.

En la víspera, durante el juicio a Fujimori, el ex jefe militar admitió que durante la lucha contra el terrorismo se cometieron "muchos excesos", principalmente en 1992, aunque pretendió justificarlos señalando que estos hechos suceden en todas las  guerras.

Al respecto, Guillén sostuvo que "una cosa es un exceso en el desarrollo de una guerra, y una otra es la aplicación de una estrategia debidamente planificada y que se originó en el Servicio de Inteligencia Nacional (SIN), al más alto nivel y que fue de conocimiento y aprobada por Fujimori. Se trató de una estrategia fríamente calculada, planificada y ejecutada con la debida preparación".

Refirió que después de salir a la luz pública estos actos, la organización delictiva se "cerró como un puño para tratar de obstaculizar y entorpecer las investigaciones de la justicia".