LA DIFICIL RELACION GOBIERNO – PRENSA.
A propósito de un pretendido silenciamiento de Radio Uno.
Efraín Choque Alanoca
A lo largo de toda la historia del Perú contemporáneo, la relación entre el gobierno de turno y la prensa vinculada a los sectores populares fue tortuosa y difícil. El gobierno o bien cerró estos medios o bien los censuró; los métodos fueron – y van- desde el empastelamiento, la requisa, hasta el encarcelamiento, la persecución y la utilización de medios vedados o venales contra las empresas periodísticas o el equipo de hombres de prensa.
Hace poco durante la última dictadura de Fujimori (1992-2000) se empleó a la SUNAT como medio represivo para acallar a las organizaciones de prensa.
La relación del Estado con la prensa de derecha fue de clientelaje y de sociedad. Siempre estos medios fueron serviles a los requerimientos de los gobiernos de turno para gobernar contra el pueblo. Durante los llamados gobiernos democráticos, y con mayor razón durante las dictaduras civiles o militares, a las que siempre acudió la clase dominante, fue intolerante e intervencionista contra la prensa crítica o popular.
Del gobierno del llamado Oncenio Leguía se recuerdan las intervenciones y cierres de “Amauta”, “Nuestra Epoca” por hablar de dos publicaciones de orientación socialista y popular, dirigidas por José Carlos Mariátegui. En una de estas incursiones José Carlos Mariátegui, junto a nuestro coterráneo Jorge Basadre, y una pléyade de intelectuales socialistas fueron confinados en la cárcel de la isla San Lorenzo, precisamente por difundir una doctrina y una fe. Solo una cruzada mundial de intelectuales del mundo logró persuadir al gobierno de turno para liberar a estos connotados personajes del pensamiento social contemporáneo.
A respecto César Lèvano, escribió lo siguiente:
“La preocupación social la pagó Basadre con varios meses de cárcel, en la isla de San Lorenzo. Fue a raíz de una redada, que castigó a intelectuales que colaboraban con Mariátegui y a dirigentes sindicalistas. En La vida y la historia, Basadre cuenta que entre los pretextos para la represión pudo estar el hecho de que la revista Amauta había publicado algunos textos de subido tono antimperialista. Entre ellos había uno de él, titulado "Mientras ellos se extienden", que trazaba la crónica de las intervenciones yanquis en Centroamérica y el Caribe. En 1926, narraba, Estados Unidos había desembarcado marines en Nicaragua, para defender un régimen ilegítimo. Muchos años después, poco antes de su muerte, cuando los sandinistas iniciaban una ofensiva, el gran historiador me dijo, con pasión: "Mi generación vio asesinar a Sandino. La izquierda de hoy debe impedir la derrota de los sandinistas".
En el ambiente tacneño, antes que circulara “La Nación”, aparecieron también algunos números de los periódicos “El Tacora” (1930) y posteriormente de “La Verdad” (1932-34). “La Nación” era un tabloide con características tipográficas similares a los periódicos de la época, de diaria edición. Cuando “La Nación” expiró en marzo de 1932, motivado por la represión generalizada del régimen contra el aprismo y el comunismo; sin mucha pausa, apareció “La Verdad” (mayo de 1932) , vocero de la Unión Revolucionaria de Sánchez Cerro y el fascismo criollo. “La Verdad”, sin contendores monopolizó la opinión pública local, por unos meses más, hasta la muerte del caudillo y el régimen. Durante la llamada “primavera democrática” de 1945-48, las ideas de Mariátegui y del socialismo, así como del aprismo, por un lado; y de la oligarquía por el otro, concentraron el interés del debate periodístico local.
En el periodo actual, del segundo régimen aprista pro-yanqui y neoliberal a ultranza, la relación con la prensa popular es más tortuosa y utiliza los medios heredados de la dictadura fijimorista: es decir la compra o alquila la línea editorial de los medios, utiliza la SUNAT, o investiga o denuncia a medios vinculados a la defensa del medio ambiente (agua, gas, y otros recursos). Hace 3 semanas Cesar Hildebrandt informaba que en su desesperación por contener el adverso clima político para el gobierno, los socios del régimen, es decir un grupo de mineros compraron la empresa CNP, además que la empresa La Republica y RPP tenían tratos comerciales con el grupo gobernante. Lo sucedido con la empresa periodística Radio Uno, cuyo fundador fue uno de los preclaros hombres de izquierda Henry Rondinel, se explica en este contexto sociopolítico. Los asuntos legales son concomitantes o asociados, pero también utilizados contra los medios no adictos al gobierno. Estamos a puertas de la agudización de los conflictos sociales, con un régimen que goza del desprecio popular, con un régimen sin liderazgo y aceptación (solo un 4% lo aprueba en el sur), con la cada vez mayor carestía de la vida, y por tanto se están generando las condiciones para un desborde popular. Y el gobierno, sus informantes y la prensa adicta lo saben. La estrategia oficial entonces pasa por acallar o atemorizar a la prensa digna vinculada a estos sectores. Eso pasa con Radio Uno, y con los hombres de prensa de Radio Americana, por citar dos ejemplos en el sur del Perú. Con este último medio ocurre la persecución a sus periodistas porque el gobierno le achaca el haber preparado las condiciones subjetivas para la toma del puente Montalvo en junio último, lo que por cierto es un exabrupto.