“La vocación de un político de carrera es hacer de cada solución un problema (Woody Allen)
Una de las conversaciones políticas más interesantes que he tenido en Santiago de Chile, políticamente productiva, es la que sostuve hace un par de días con un político consecuente, próximo candidato a la presidencia de la república, algo extraño en este tiempo tan contradictorio, tan mediocre, tan absurdo, tan vulgar, un político que realmente entiende el significado real de la palabra consecuencia, un político que jamás ha traicionado los principios fundamentales de la buena política, un político honesto, un político cuyo trabajo o accionar social e ideológico fácilmente se puede identificar como un ejemplo de ética política, un político nacido para enfrentar las más grandes adversidades que puede ocasionar la mala política, esa política chilena cada vez más adscrita a un tipo incivilizado de sociedad capitalista, deshumanizada, intransigente, finalmente, tremendamente inculta, una sociedad que no ha entendido el sentido real de la solidaridad, una sociedad que mira a los partidos políticos sólo como pasadizos para ingresar de manera directa o indirecta a las oscuridades de la corrupción, neoplasia maligna que está terminando con la posibilidad de encontrar una correcta solución política a los males que aquejan no sólo a Chile, sino a muchos países de nuestra pobre, esmirriada y alicaída región latinoamericana, una sociedad donde el rico quiere seguir siendo más rico y el pobre aspira a llegar a ser rico, aunque no tiene conciencia de ello, pues no sabe que sólo es un eslabón utilitario de la maraña capitalista, una región rica en toda clase de recursos naturales, una región donde nadie debería ser pobre, pero que es pobre por la política expoliadora del empresariado transnacional. He observado la insuficiencia moral de muchos políticos que hoy ejercen “profesionalmente” su labor como una actividad gerencial, algo absolutamente reprochable, imperdonable e inaceptable, algo que nos conduce a reflexionar sobre si la política es realmente una actividad racional o sólo es un “trabajo” improductivo, carente de simbolismo cultural trascendente que lleva al político a cometer hechos deleznables y amorales.
Santiago, “Santiago querido”, Absurda ciudad. Grandes centros empresariales, comerciales, edificios de altura en la parte “decente” de la capital chilena, no así en su casco histórico, henchido de ambulantes ocasionales que han hecho del centro citadino un lugar invivible, un lugar prostituido por el lumpen y la delincuencia. Gente presurosa, simple, tristemente banal, pululan por sus calles humosas, bulliciosas, atiborradas de comerciantes, vendedores de almas inmateriales para poder sobrevivir, gente que piensa que está descubriendo una nueva América o un edénico país donde hacer dinero es el fin último del acontecer cotidiano.
No hay cambios sustanciales en la política chilena. Los partidos políticos de izquierda y derecha, hoy en día son solamente simples conglomerados cupulares que destruyen la esencialidad humana de una población que está absorta en el capitalismo, un país que es incapaz de estructurar un nuevo orden cultural, transformador, antifascista, antiimperialista, anticolonialista, anti sionista. Mas, nadie hace nada. Todos, casi todos, vegetan plácidamente sobre ingrávidas nubes que sollozan intrascendencia.. Aparentemente, Chile es un país que acepta esta extraña situación, esta dicotomía entre realidad y fantasía, un país que teme al significado de la realpolitik, un país que acepta a los políticos aún a sabiendas que no cuentan con respaldo popular, es decir, es un país
que ha olvidado el daño humano y moral que ocasionó la dictadura. “Sin memoria no existimos, sin responsabilidad, quizá no merezcamos existir” (José Saramago). Pero, siempre en política hay algo o alguien que puede gatillar nuevamente un conflicto social inusual, impensado, no sólo en Chile, sino también en el ámbito regional. Más de alguien pensará que todo es ilusión, fantasía o utopía, más de alguien pensará que son conceptos políticos “old fashion”. Sin embargo, nadie puede dejar de pensar que Chile necesita urgente un nuevo proceso constituyente, nadie puede dejar de pensar que la izquierda social demócrata, políticamente ilegítima, leve, tenue, autodestructiva, seguirá degradándose a sí misma, indignamente, hasta ser absorbida por la siempre poderosa derecha económica antidemocrática. “La única manera de lidiar con este mundo sin libertad es volverte tan absolutamente libre que tu mera existencia es un acto de rebelión” (Albert Camus).
P.S.- Tal vez no sean los muertos de la dictadura los que están muertos, desaparecidos. Tal vez …