La frontera entre Perú y Chile se ha convertido en un improvisado campamento de migrantes, que tan solo este viernes 28 albergó a casi 200 en primeras horas, muchos de ellos núcleos familiares que vienen sobreviviendo ahora con ayuda de la municipalidad de Arica que instaló dos tanques con agua que se suma a la asistencia con alimentos que brinda el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados.
A fin de guarecerse del sol y durante las noches de las bajas temperaturas, algunos han logrado atar telas a los pocos árboles que hay entre los complejos fronterizos de Santa Rosa y Chacalluta, mientras que otros se acomodan en la pampa tendiendo prendas y maletas.
Alegan no querer quedarse en Perú, todo lo contrario, seguir camino a su país de origen pues incluso algunos aseguran ya estar cansados de la migración. Y si ello amerita abordar un convoy custodiado por la PNP, pues lo harán, y si es necesario pagar por el mismo, lo aceptarán, pero que sea lo antes posible para salir de la situación en la que se encuentran.
Se habla de un corredor humanitario, pero a más de una semana no se ha concretado nada. Esto ha conllevado, en una medida desesperada, a que el jueves 27 un grupo opte intentar cruzar territorio peruano corriendo por la pampa, llevando -algunos- equipaje y niños en brazos. Y superando en número a la PNP lograron llegar hasta la zona conocida como «La oreja» siendo reconducidos y desatándose que unos cuantos lancen piedras a los custodios.
Al ser repetido los bloqueos del normal tránsito internacional y ocurrida la estampida, Perú determinó reforzar este viernes 28 la vigilancia llegando a colocar en frontera a más de 400 agentes, incluyendo a la policía montada y enviando casi 200 militares cuyo desplazamiento fue oficializado por el ministro de Defensa, Jorge Chávez, en atención a un estado de emergencia decretado el 26 de abril que permite traslado de Ejército en siete puntos límites.
El despliegue ocurre en similar acción aprobada por el gobierno de Gabriel Boric, que en febrero ordenó la militarización de sus fronteras que ahora va de la mano con el endurecimiento de normativa migratoria contra ilegales con intención de librarse con mayor atención de un éxodo procedente de Venezuela pues este fenómeno – según autoridades chilenas- ha traído consigo delincuencia a tal grado que ha costado la vida de Carabineros, hecho detonante para una crisis humanitaria que se ha trasladado a Tacna que hoy luce atiborrada de carpas en parques y óvalos causando zozobra en la vecindad a causa de mendicidad cuya reacción – en muchos casos- es violenta al no conseguir apoyo económico.
El panorama es incierto para quienes aguardan solución célere pues ahora la relación peruana chilena ha sufrido un quiebre debido a que en programa de Cuarto Poder fuera informado de militares chilenos facilitando a migrantes ingreso ilegal a Perú. Y, en respuesta el país vecino mostrara a policías peruanos presuntamente cobrando por ingreso al territorio nacional. Y para agudizar aún más la convivencia, el alcalde de Tacna, Pascual Guisa ha provocado una nota diplomática de protesta contra Perú luego que tildara al presidente Boric de «innombrable e irresponsable».
Según el sociólogo José Koechlin entrevistado este viernes 28 por Radio Uno, ayudaría que Perú y Chile se unan en acción diplomática buscando mediación de países amigos del régimen de Nicolás Maduro, como Colombia, viabilizando así el pase de un convoy humanitario. Es más, brindando también acceso a base de datos de sus connacionales para separar la paja del trigo, permitiendo así que personas alejadas de casos delictivos puedan, si así lo desean, irse a otros territorios.