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EL JEFE MILITAR DEL ESTE DE LIBIA INSTA AL EJÉRCITO A SUBLEVARSE CONTRA GADAFI

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La presión internacional y doméstica contra el presidente libio, Muamar el Gadafi, sigue aumentando. A los anuncios de sanciones unilaterales por parte de EE UU, anunciadas ayer por Barack Obama, y el borrador de resolución de la ONU presentado por Francia y Reino Unido, que contempla el embargo de armas, la congelación de bienes y e incluso la posibilidad de la intervención del Tribunal Penal Internacional (TPI) de La Haya por crímenes de guerra y contra la humanidad, se ha unido hoy el jefe de las Fuerzas Armadas de la zona oriental de Libia, el general Abdul Nafa Musa. El responsable militar de la zona este del país, controlada por los rebeldes, ha instado al resto de oficiales libios a "marchar hacia Trípoli" y sublevarse contra el régimen de Gadafi. También el primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, ha declarado que el líder libio no parece ya tener el control del país.

Berlusconi, máximo aliado de Gadafi en Europa, ha aprovechado un acto político en Roma para decir que "efectivamente, Gadafi no controla ya la situación en Libia". Hasta ahora, Italia se había limitado a condenar la violenta represión de las protestas por parte del régimen, que se encuentra encastillado en Trípoli mientras los rebeldes avanzan por el este, que controlan en su mayor parte, y el oeste.

Desde Bengasi, la segunda ciudad del país, situada en el este y controlada por los opositores al régimen, el máximo responsable militar del oriente libio ha animado a los oficiales de todo el país a "marchar hacia Trípoli" y sublevarse contra el régimen. Sin embargo, preguntado por la agencia EFE, descartó, "por el momento" que los militares sublevados en la "zona liberada" emprendan "una acción militar hacia la capital" del país.

Las declaraciones de uno y otro se producen después de una noche en la que se han registrado enfrentamientos en Trípoli entre opositores y fuerzas de seguridad del régimen. Una testigo ha relatado a EL PAIS que la noche en la capital ha sido "un infierno".

Mientras, Saif el Islam, hijo de Muamar el Gadafi, apareció anoche para emitir señales contradictorias sobre el curso de los acontecimientos en Libia. Por un lado, minimizó el impacto real de la rebelión y limitó a dos ciudades, Misrata y Zauiya (oeste del país), los enfrentamientos; por otro, reconoció abiertamente que en esa zona el Ejército regular no logra avanzar y adelantó la inminencia de un alto el fuego, previa negociación con "los terroristas", informa Reuters.

El día de ayer no fue una jornada cualquiera. Trípoli se unió a la revolución libia que trata de acabar con 41 años de dictadura. A las dos de la tarde, tras el rezo del viernes, miles de personas ocuparon las calles de los barrios de Fashlum, Zauia, Bin al Shur, Al Siahia y Dohmani, y Janzur. La respuesta del régimen fue abrir fuego a discreción. Cinco personas murieron en Janzur, al oeste de la capital, según testigos citados por la agencia Reuters. En los demás barrios, la policía de Gadafi trató de reprimir las protestas con gases lacrimógenos y detenciones. La cadena Al Arabiya informó de otras dos muertes. Según testigos consultados por EL PAÍS en Trípoli, las fuerzas de Gadafi "tiran a matar".

"Fuegos artificiales"

En este contexto fue en el que Saif el Islam se reunió con los primeros periodistas extranjeros llegados a Trípoli bajo escolta oficial y les dijo: "En Misrata y en Zauiya tenemos problemas. Estamos tratando con terroristas. Pero con un poco de suerte van a quedarse sin munición y ya no habrá otro baño de sangre. Mañana [por hoy] todo se habrá resuelto. El Ejército ha decidido no atacar a los terroristas, y dar una oportunidad a la negociación. Esperamos poder hacerlo pacíficamente y alcanzarlo mañana [por hoy]", aseguró el hijo de Gadafi.

Las razones de la generosa oferta no han quedado muy claras. La información suministrada choca, además, con la recopilada hasta ahora, que habla de un importante retroceso del régimen en la zona este. El designado como sucesor de Gadafi no escatimó en entusiasmo al describir las perspectivas del régimen y las buenas relaciones que mantiene este con el pueblo. "Si escuchan fuegos artificiales, no los confundan con disparos", declaró. A pesar de que en las crónicas escritas por el reportero de Reuters se describe una Trípoli artificialmente vacía e inquietante, Saif el Islam sostuvo que las calles de la ciudad están a rebosar de una multitud jubilosa que lanza fuegos artificiales, corea eslóganes a favor de Gadafi y celebra su largo mandato. "Todo está en calma", concluyó. Sobre las informaciones de los medios de comunicación internacionales, que hablan abiertamente de guerra civil en el país, volvió a incurrir en la ambigüedad. "Esas informaciones nos hacen reír. Aparte de Misrata y Zauiya, todo está en calma… Hay negociaciones en curso y somos optimistas", dijo.

Llamada a las armas

En cualquier caso, sus palabras contrastan con la dureza mostrada horas antes por su padre, Muamar el Gadafi, en la plaza Verde de Trípoli, la entrada a la ciudad desde el puerto, donde pronunció ante una multitud su tercer discurso de la semana, el más incendiario hasta ahora: "Vamos a responder a todo extranjero, como hemos hecho antes en el pasado. Esta es la fuerza del pueblo libio. Si quieren pelea, la tendrán". Sus palabras trataban de alentar a sus seguidores, a los que llamó a iniciar una masacre en las calles. Para ello, anunció que abrirá el arsenal de la ciudad y facilitará armas a todos los que quieran luchar junto a él. "Preparaos para defender Libia", "triunfaré sobre los enemigos", "la gente de Libia me ama", "seguid bailando, seguid cantando", fueron algunas de las frases que dijo el dictador, cada vez menos líder de un país que se le ha levantado por los dos costados, este y oeste, y que avanza cada día un poco más hacia su palacio para unirse con la gente de Trípoli y dar la puntilla al régimen.

Los pocos testimonios de la revuelta en las calles de la capital vinieron de la red social Twitter. Muchos teléfonos no funcionaban y solo los mensajes desde algunas cuentas de la red social, como la de Movimiento Juvenil Libio, servían para hacerse una idea de lo que estaba pasando. "Los médicos que tratan de ayudar a los heridos son golpeados por las fuerzas de Gadafi", señalaba uno de esos mensajes. Los que intentaron contar algo a los medios de comunicación fueron reprimidos sin contemplaciones. Una llamada telefónica de la cadena Al Yazira a uno de los manifestantes acabó con un silencio inquietante. La presentadora de la cadena de televisión hablaba con el hombre cuando un agente de Gadafi se dirigió hacia él. "¡Dame tu teléfono, dame tu teléfono! No puedes hablar con Al Yazira", se oyó al otro lado del teléfono. La presentadora preguntó varias veces por el hombre pero nadie respondió.

La situación en el aeropuerto también es caótica. Mientras miles de personas siguen esperando para ser evacuadas, las fuerzas gubernamentales se desplegaban en la carretera y registraban todos los coches.

Nadie sabe con certeza hacia dónde se inclina la balanza en la capital, aunque algunas informaciones aseguraban ayer que la mayoría de los barrios en los que se habían producido disturbios habían sido finalmente controlados por los manifestantes. Si fuera así, el régimen tendría los días, quizás las horas, contados. Lo que ocurra depende de la resistencia de los habitantes de Trípoli, pero, sobre todo, de los movimientos que se están produciendo en el este y oeste de Libia. Los ciudadanos y los militares desertores han tomado las principales ciudades orientales (Bengasi, Tobruk y Misrata) e instituido comités vecinales para controlar la seguridad y la vida cotidiana, pero aún se hallan lejos de la capital.

Lo mismo ocurre en la parte occidental, donde los puntos más importantes (Zuara, Sebrata y Zauiya) también han sido tomados. En esta última ciudad, sin embargo, a unos 50 kilómetros de Trípoli, se vive un combate intermitente que de ser ganado por los rebeldes les llevaría a conquistar la capital del país. "Ya no hay tropas allí", dijo un habitante de Trípoli a Reuters que venía de Zauiya. "Pero la mayoría de los habitantes de la ciudad permanecen en sus casas y en la calle solo están las milicias y los comités revolucionarios".

Respuesta internacional

El Consejo de Derechos Humanos de la ONU reclamó ayer una investigación internacional sobre los posibles crímenes de lesa humanidad perpetrados en las pasadas jornadas por el régimen de Muamar el Gadafi. La resolución aprobada en Ginebra coincidió con la decisión de la Unión Europea de imponer sanciones al coronel: congelación de activos de la familia Gadafi, prohibición de venta de armas y de material antidisturbios a Libia y elaboración de una lista negra de personas del régimen responsables de la mortífera violencia de las pasadas jornadas.

Ambas decisiones llegaron mientras los embajadores en la OTAN debatían cómo intervenir en la crisis, siempre a la espera de lo que decida el Consejo de Seguridad de la ONU en cuestión de horas o días.

Al comenzar el encuentro, el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, lanzó un enérgico llamamiento a adoptar acciones concretas para detener el derramamiento de sangre en el país magrebí. "La violencia debe parar. Los responsables de derramar la sangre de inocentes de una manera tan brutal deben ser castigados", dijo Ban.

"Es hora de que el Consejo de Seguridad considere acciones concretas. Las próximas horas y días serán decisivas para el futuro de Libia, así como para toda la región", insistió el máximo responsable de la ONUdespués de aventurar que el número de muertos en Libia puede alcanzar el millar. "Las acciones y las declaraciones del Consejo de Seguridad se esperan con mucha ansiedad y serán seguidas de cerca por toda la región", aseguró, antes de irse sin aclarar si una intervención militar está entre las opciones que el Consejo de Seguridad debe barajar.

Poco antes Estados Unidos había anunciado una serie de sanciones unilaterales y multilaterales muy similares a las de Europa. A través de un comunicado, Barack Obama especificó que las medidas de castigo consisten en el bloqueo de las propiedades y transacciones vinculadas al régimen libio. "Estas acciones por tanto afectan al Gobierno de Gadafi, mientras protegen los bienes que pertenecen al pueblo libio", señaló anoche (madrugada en la Península) el presidente de EE UU.

Mientras, en España José Luis Rodríguez Zapatero, aboga por poner en marcha para los países del norte de África un plan Marshall similar al que ejecutó Estados Unidos para reconstruir Europa tras la Segunda Guerra Mundial. Zapatero considera, según sus allegados, que el desarrollo económico de la región es esencial para que se consoliden los incipientes procesos democráticos en algunos países, como Túnez y Egipto, y evitar que la frustración de los jóvenes que han protagonizado las revueltas provoque una ola de inmigrantes hacia la ribera sur de Europa.

Cortesía: El País