“Fue golpe tras golpe, pero los últimos ya no eran necesarios” (Raúl Zurita)
Gonzalo Moya Cuadra
Desaparecidos, muertos y sepultados, clandestinamente. Torturados, muertos y sepultados, subrepticiamente. Detenidos, muertos y sepultados, ilícitamente. ¡ Qué dolor! Miles y miles de seres humanos condenados a pasar “una temporada en el infierno” (la ESMA, Escuela Mecánica de la Armada en Buenos Aires o el Campo de Concentración de Pisagua en la costa tarapaqueña, ejemplos apodícticos). Atropellos a los derechos civiles, exilios, abusos sexuales, vuelos y caravanas de la muerte, sustracción de menores, terrorismo de estado a la oposición política e ideológica, todo, todo planificado por el gobierno estadounidense de aquel nefando e irracional tiempo y llevado a cabo por las feroces dictaduras de América Latina de aquel perverso e inmoral tiempo. “La tiranía totalitaria no se edifica sobre las virtudes de los totalitarismos, sino sobre las faltas de las democracias” (Albert Camus). No había razones para tales execrables hechos, no había razones, pues nadie, absolutamente nadie, tiene el derecho a perseguir ideas, menos quienes atentan con sistematicidad contra la tolerancia política y el bien común, mucho menos quienes creían ejercer una suerte de mandato salvador, asesinando e inhumando a los legítimos opositores democráticos en la oquedad del infierno terrenal. Sucedió, no hay duda que acaeció. Mas, el tiempo cambió y la región latinoamericana mutó a instancias políticas y morales mayores. La vida es sabia y los responsables pagaron sus despreciables y crueles delitos. “Argentina, 1.985” (necesario e inevitable juicio político). ¿ Dónde están? ¿ Dónde está? Derrotados son quienes han abandonado la búsqueda de aquellas grandes existencias que aún no logran saber si están con vida o que verdaderamente fueron acogidas magnánimamente por la muerte, siempre segura y acogedora. “No he desaparecido. Ud., me busca. Y no me encuentra. Pero yo estoy aquí. Jamás me fui”. (Grupo Illapu) ¿ Dónde están ? ¿Dónde está ? Y la vida siguió y surgió una trágica historia de amor, una historia real, una historia mágica, una historia mortal, una historia maculada de dolor y angustia, una historia infernal, una historia acaecida un día enmudecido por el dolor ante el horror de la instalada insania. Memoria y dolor. Los ojos de ambos hablaron llorantes y prometieron volver a verse. Sabían que estaban mintiendo… pronto ella sólo sería una más de las desaparecidas. ¿ Me perdonas por no haber muerto contigo ? Todavía no encuentro su alma sumergida, esperante valiente que mira como bella sirena las costas de la Atlántida. “No queda nada. Pero muerta te amo y nos amamos, aunque esto nadie pueda entenderlo” (Raúl Zurita). ¿Me perdonas por no haber muerto contigo ?
Lima, día 14, noviembre de 2022.