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IDENTIDAD Y NACIÓN

El sueño de Basadre

El tema de nación y nacionalismo, ha sido siempre escabroso por las diferentes concepciones que sobre el rigen. Son muchos los pensadores peruanos y peruanistas que han marcado posición en torno a fundamentos sostenibles que expliquen las razones sobre las cuales el concepto de patria y nacionalismo se erigen. Es que, la acepción de patria, está fusionada al concepto de identidad nacional, y éste es el paradigma a resolver.   Ernesto Rodríguez (Académico de la PUCP) en su artículo BASADRE Y EL NACIONALISMO PERUANO, explica que “la identidad nacional, en el sentido moderno del término, aparece en Occidente tras la revolución francesa, pues el hombre del antiguo régimen se identificaba como miembro de un estamento y súbdito de un monarca, no de una nación. No obstante, su gestación fue larga y duró posiblemente más de dos siglos.  Es con el Romanticismo que se desarrolla plenamente, pero de dos maneras divergentes y hasta antagónicas. Una de ellas es la concepción latina, heredera de los romanos. Para ésta, la adscripción a una nacionalidad es jurídica, generalmente ligada al territorio, y en última instancia dependiente de la voluntad. La otra, es la concepción nórdida, basada en la sangre entendida como raza, lengua y cultura, adquirida por la herencia y ajena a la voluntad”.

La primera es inclusiva y la segunda exclusiva, nos dice Rodríguez. Explica que, la “difusión por todo el mundo de la concepción exclusiva de la identidad nacional, ha contribuido al desarrollo de la xenofobia y eventualmente del racismo. La concepción restringida del nacionalismo como unidad de raza, lengua y cultura, ha sido fuente de desazón para muchos en el Perú. Un país predominantemente mestizo y pluricultural fue percibido como carente de identidad nacional. Unos trataron de construirla en torno al elemento hispano, otros alrededor de lo indígena, pero el exclusivismo racista de ambos los condujo a un callejón sin salida”.

Entonces, ¿cómo construir Nación bajo tan escabrosa cornisa?

Ahí, emerge el pensamiento de Basadre, quien visionariamente entendió que el Perú es una “contienda” viva e innovadora de experiencias diversas.

Trinidad Montero Leiva (PUCP) en su artículo “Emancipación peruana: visión y propuestas de Basadre”, resalta la dedicación y entusiasmo con que Basadre tocó el tema de la nacionalidad desde la investigación de la historia del Perú, pero una historia que una a los peruanos, que sea auténtica, que proponga al Perú como idea y entidad, que nace, crece y se desarrolla (Basadre “Meditaciones sobre el destino histórico del Perú” 1947).

Es que Basadre, ve al Perú como una continuidad en el tiempo, a pesar de todos los “contratiempos”. Basadre sostiene, nos dice Montero Leiva, “que para explicar el nacimiento de patria, a la época prehispánica le debemos la base territorial y gran parte de la población; es en esta época, en que nacen muchas de las tradiciones y costumbres andinas que luego se fusionaron con la cultura occidental. En ella, se da la formación de una sociedad nueva, debido a un proceso de rápida transculturación, donde se mezclan los elementos andinos con los elementos hispanos, generando una nueva cultura, que es la peruana”. En consecuencia, la República sería el resultado de la continuidad de esa larga historia con tiempos distintos y culturas diversas.

Basadre, se preocupó mucho por rescatar lo positivo de la Colonia y hacer entender que a ese período le debemos muchas de las características del poblador de hoy. Basadre decía “Los hombres de esa época tuvieron la virtud de la sinceridad de la fe y del ímpetu creador, estuvieron todos unidos por comunes ideales, comprendieron y utilizaron su propio medio…fue entonces cuando nació en la vida y en las costumbres lo que se ha llamado el criollismo” (Basadre, La promesa de la vida peruana).

Basadre, nos advierte y describe sobre esa sociedad peruana construida en las esferas privilegiadas de las grandes ciudades, que reverencia a Europa y que al parecer le infundió la amargura de ser parte de un territorio andino que se hallaba muy lejos de constituir un centro de la civilización, a “imagen y semejanza” de Europa (Basadre “La Promesa de la Vida Peruana”). Él,  propone, entonces, que lo que necesita el Perú es: “Primero un afianzamiento de la conciencia nacional contra los latentes peligros en todas sus fronteras. Segundo, un plan sencillo y realizable de mejoramiento biológico, sanitario, económico y cultural de su elemento humano y Tercero, un creciente dominio y utilización de su medio geográfico”. Para Basadre, el ser peruano no era algo sin importancia o algo casual, sino que conllevara un compromiso, una promesa que cumplir. En consecuencia, para entender lo que Basadre nos pide hay que tener ese nivel de compromiso con el Perú.

La construcción de la idea de Perú, pasa por el perfil de sus hombres; es decir, por la conducta y actitud que formulen la hechura de un peruano fuerte y seguro. Basadre, propone varios elementos esenciales para un peruano:

  1. a) La Raza, osea, el grado de compromiso del peruano.
  2. b) Ser un hombre seguro de sus metas y de conquistarlas
  3. c) La urgencia de hacer una historia que una a los peruanos.
  4. d) Y las aspiraciones personales de cada peruano.

Basadre, sostiene que las aspiraciones particulares de los peruanos no solamente tienen que ser personales (que es lícito) sino sobre todo nacionales.

El sueño por ver un Perú – Nación, convirtió a Basadre en un permanente buscador de ese paradigma. Él decía “el Perú es un país con una historia con mañana, con una promesa aún no cumplida, con problemas, pero con posibilidad … hemos sido un país de oportunidades perdidas y de capacidades no bien utilizadas.” (Revista Excelsior. Año XII, Lima 1946).

La promesa, nos explica Montero, “viene a ser la esperanza que se concreta dentro de un ideal de superación individual y colectiva que debe ser obtenido por el desarrollo de cada país, la explotación de sus riquezas, la defensa y el acrecentamiento de su población, la creación de un mínimo de bienestar para cada ciudadano y de oportunidades adecuadas para ellos”.

En ese contexto, Basadre sostenía que “como individuo y como conjunto, finalmente el hombre necesita tener un ideal que perseguir, una esperanza que realizar. Por ese ideal y conforme al que se trazan, se hacen los hombres y los pueblos. Cuando carecen de él se arrastran” Crónicas Nacionales, Revista Exselsior, Lima 1946)

Ernesto Rodríguez, en su ensayo “Basadre y el Nacionalismo Peruano” (PUCP), se pregunta: “Es posible un nacionalismo peruano?; ¿El Perú carece de identidad nacional o ésta se encuentra fragmentada? ¿Cómo se relaciona el pensamiento de Basadre sobre tan álgido tema?

Es en el contexto de estas ideas, cuando Basadre plantea su pensamiento sobre lo nacional, precisamente en sus obras “La promesa de la vida peruana” y otros ensayos” y “La multitud, la ciudad y el campo en la historia del Perú”. Y y lejos de las posiciones biológicas e idealistas de la nacionalidad, para Basadre la “Patria es una totalidad en el espacio y continuidad en el tiempo, comunidad de destino y convivencia en el presente” (1980).

Esa totalidad hoy se llama Perú, y debe su existencia a un largo proceso de experiencias de vida, de sueños y desazones, que en un determinado espacio dieron forma a la vida peruana.  Basadre, decía en “La promesa de la vida peruana y otros ensayos”, que “…el Perú moderno debe a la época prehistórica la base territorial y parte de su población, de la época hispana provienen también la base territorial, otra parte de la población y el contacto con la cultura de occidente”. Entonces, explica Rodríguez, “nos encontramos habitando un Perú cuya base territorial, al menos en su núcleo, ha estado unificada desde tiempos prehispánicos, y que la conquista no fraccionó. La población actual, procede en su mayoría de estas dos épocas, con iguales derechos a la peruanidad, por cuanto esta es una “síntesis viviente” como lo sostenía Víctor Andrés Belaunde.

Esa síntesis está amparada por la diversidad cultural y biológica del Perú y dicho carácter sincrético de la nacionalidad es ponderado por Basadre al destacar el concepto de “Area de Cotradición” religiosa, económica, cultural y a veces política, formada en la época prehispánica y continuada después de 1532, con sus particularidades. En términos explícitos, Basadre define al Perú como “Una comunicación, unidad sustancial de elementos heterogéneos, conciencia simultánea de lo diverso y lo uno”.

Pues bien, para seguir profundizando en este breve análisis de “encuentros y desencuentros”,  FIDEL TUBINO, En su ensayo “Perú: La ausencia de síntesis” Nos dice: “Los peruanos sabemos lo que no somos y no lo que queremos ser. No sabemos lo que somos y lo que deseamos ser. Somos una colectividad sin proyecto, una colectividad sin contornos, una colectividad sin rumbo. Creo que nuestro país adolece de una crisis crónica de identidad, es decir, de ubicación en el tiempo y en el espacio. Los peruanos no solemos definirnos como colectividad de manera positiva; nos definimos más bien por nuestras carencias, por lo que nos falta, por lo que no somos, por lo que no deseamos ser. Lo valioso es siempre una externalidad estructuralmente distante, ajena, extraña. Somos carencia, carencia de lo ajeno, carencia de ser. Nacimos como nación con una identidad truncada, con una relación defectuosa con nuestras pertenencias. Tenemos, como decía Salazar Bondy, una identidad descentrada porque la relación que mantenemos con nosotros mismos –con lo propio- es estructuralmente una relación fallida

¿Pero, qué es lo propio? Una primera posibilidad, remarca Tubino, “es entenderlo como una esencia permanente, como sustancia, es decir, como lo subyacente, lo que no se modifica a través del tiempo y que por ello, permite identificarnos como siendo lo mismo a través del cambio y la diversidad. Una segunda posibilidad es entenderlo como un télos, una finalidad compartida, una vocación común, una orientación valorativa, una tarea común que congrega a la diversidad y le otorga sentido a la convivencia … La esencia permanente de lo propio se construye mediante acciones colectivas sostenidas en el tiempo”.

Entonces, el Perú como tarea sigue latente, una tarea en donde “el proyecto” común sea lo vinculante entre esa maravillosa diversidad que somos, que congregue a todos los peruanos reconociendo sus diferencias. Basadre, decía “Un país, es algo en que nacemos y que querámoslo o no, nos otorga muchos elementos fundamentales de nuestra ubicación dentro de la vida. Pero -no lo olvidemos nunca y menos ahora- es también empresa, proyecto de vida en común, instrumento de trabajo en función del porvenir”.

¿Hemos construido un rumbo unitario como país? o ¿seguimos como una comunidad imaginada cuya esencia –también imaginada- es el descentramiento, es decir, el estar lanzados hacia fuera desde ningún centro? ¿En qué medida la sociedad peruana viene contribuyendo en la forja de esa empresa que nos cohesione como nación? ¿Qué, compromiso particular y colectivo viene asumiendo el país para ver compensado el esfuerzo del Dr. Jorge Basadre, por ver una Patria convertida en Nación? Consideramos, que lo urgente quizás no sea esbozar la empresa, sino diseñar el proyecto.

Jesús Gordillo Begazo

Tacna, 14 junio 2021