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El arte de procrastinar: el único que no debemos reactivar tras la pandemia

Lejos ha quedado junio del 2016, cuando en medio de la algarabía de las organizaciones culturales, gestores, servidores y funcionarios públicos del Ministerio de Cultura, el Congreso de la República del Perú, aprobaba en el Pleno y casi por unanimidad (salvo la siempre vil Martha Chávez), la Ley de promoción de puntos de cultura. En aquella ocasión, el pecho me estallaba de orgullo al saber a mi Tacna protagonista de tan magno momento.

Treinta de Junio del 2016, un esfuerzo mancomunado: sociedad civil, Poder Ejecutivo (Ministerio de Cultura) y Poder Legislativo (Congreso de la República), rendía frutos. Se publicaba la primera ley que reconocía abiertamente todas las formas de hacer cultura en el país, siempre y cuando se pudiera demostrar su impacto social. Por primera vez en el Perú, no era necesario estar inscritos en Registros Públicos para ser reconocidos como organizaciones culturales, se rompía las barreras de lo económico y estructural, priorizando el acceso. El Estado reivindicaba el ejercicio de los derechos culturales a nivel comunitario.

Tal esfuerzo, fue producto de un proyecto de ley trabajado por las organizaciones culturales y el Ministerio de Cultura, que fuera presentado por la organización cultural Sagitario de Tacna, encabezada por Roberto Pino, quien junto a la Primera Vicepresidenta del Congreso, la también tacneña Natalie Condori, empujaron una iniciativa legislativa que representaba la esperanza de más de 300 organizaciones culturales distribuidas por todo el país, a la espera de un reconocimiento y un apoyo real a su trabajo incansable. Dos años después y tras mucho bregar, la Ley de promoción de puntos de cultura, fue reglamentada y con el reglamento, llegaron los concursos públicos y los presupuestos para asegurar un apoyo directo.

El ejemplo de Sagitario y la aprobación de la ley de puntos de cultura, debería ser una fórmula replicada en la región; en consecuencia: la articulación de iniciativas desde la sociedad civil,  una constante. Pero la realidad es que, nos hemos convertido en ese espacio crítico que no ofrece alternativas de solución. La cultura en Tacna, pareciera olvidarse que lleva en su ADN, la responsabilidad de continuar siendo el faro de conocimiento y arte que alumbre al país. No en vano nuestra tierra ha parido a: Francisco de Paula González-Vigil, Francisco Laso, Federico Barreto, Juan Gonzalo Rose y Jorge Basadre Grohmann, el tacneño más popular de todos, conocido como “el historiador de la República”.

Basta de acciones independientes, sin la mínima repercusión. Dejemos de lado rencillas personales, críticas mezquinas y prejuicios ante el trabajo ajeno. Es momento de unirse como en el 2016, de intervenir activamente en la vida política de la región, de armar y fortalecer redes, de acuerdo a las especialidades artísticas y los ámbitos de desarrollo, de solicitar citas con el gobierno regional, los gobiernos locales y nuestros nuevos representantes en el Congreso de la República. En un mundo globalizado como en el que vivimos, la principal apuesta es la integración y Tacna posee todas las características necesarias para convertirse en una ciudad cultural integrada al circuito de América del sur, ese que lideran ciudades como Buenos aires, Sao Paulo, Montevideo, Lima, Santiago y Bogotá y que hace ya unos buenos años integran ciudades como Valparaíso, Medellín, Guayaquil y Cusco, por citar algunos nombres. Tomemos como ejemplo los esfuerzos de regiones como Arequipa y Ayacucho (Huamanga), designadas a finales del 2019: ciudades creativas de UNESCO y desde entonces, miembros integrantes de una red que reúne a un grupo de ciudades que basan su desarrollo en la creatividad, ya sea a través de la música, la artesanía, las artes populares, el diseño, el cine, la literatura, las artes digitales o la gastronomía. Dicho esfuerzo fue, nuevamente, una articulación entre la sociedad civil representada por sus organizaciones culturales, gestores culturales y artistas, las autoridades a todos los niveles  e incluso la empresa privada. A la fecha, la Red de Ciudades Creativas, está conformada por 180 ciudades de 72 países, y solo 18 ciudades de Latinoamérica han sido reconocidas.

La empresa es grande y las circunstancias adversas, pero la resiliencia, es una característica propia de los nacidos en la tierra del Caplina. Seamos más proactivos y menos procrastinadores, tendamos puentes con hermanos chilenos y bolivianos, con los vecinos de Ilo, Moquegua, Arequipa, Puno y Cusco, construyamos redes, abramos los oídos a las nuevas experiencias, los brazos a los nuevos amigos y las mentes a las nuevas propuestas. Veamos siempre el vaso de la cultura medio lleno y no medio vacío. Los caminos están señalados por la norma: no le tengamos miedo a ella, comencemos a relacionarnos más con el derecho de la cultura, es el único camino para ejercer una vida cultural plena, tal como señala la Constitución Política del Perú y los grandes tratados internacionales sobre cultura y derechos sociales.