Finalizó el arduo y riguroso trabajo de la Convención Constitucional iniciado oficialmente el 4 de Julio del año pasado, sorteando incluso con éxito los obstáculos logísticos y administrativos impuestos por el gobierno neoliberal. No hay duda que el legítimo mandato otorgado por la gran mayoría del pueblo chileno a 154 (en realidad 155) convencionales constituyentes, abogados(as), periodistas, profesionales de la salud, un actor, una actriz, un escritor, un mecánico automotriz, profesores(as), dirigentes(as) sociales, estudiantes, líderes(sas) indígenas, ingenieros(as), psicólogos(as), académicos(as) y de otras profesiones u oficios, izquierda, derecha, independientes, más izquierda que derecha pues así lo decidió la ciudadanía, se tradujo en una labor encomiable e impecable, una labor seria que giró en torno a grandes debates en temáticas progresistas que colocarán a la nueva Constitución chilena como una de las más desarrolladas e innovadoras de la política contemporánea. Obviamente, toda Constitución se puede perfeccionar, pero lo que en verdad debe entenderse el próximo 4 de Septiembre es que se votará de manera obligatoria, garantizada e informada en un Plebiscito de Salida el núcleo esencial de la nueva Carta Magna (paritaria, antipatriarcal, inclusiva y democrática), entendida ésta en un contexto de absoluta legitimidad, en contraposición a la ilegitimidad de la constitución redactada en tiranía, espuria y antidemocrática. El pueblo sabio, humillado, despojado de sus derechos humanos más elementales durante casi 50 años, ha entendido que la actual constitución ya es letra muerta, pues tuvo las consecuencias más terroríficas e inexplicables para la racionalidad humana.
Hay dos opciones. La opción Apruebo significará la continuación de un gran proceso constitucional y social que conducirá a Chile a una nueva institucionalidad para convertirse en un Estado consciente. La opción Rechazo, sólo se puede traducir como una opción claramente irresponsable que favorece a la oligarquía empresarial que instrumentaliza a una derecha política sin credibilidad y temerosa del clamor popular, como también a una ambigua centro izquierda, desfasada en el tiempo y sin rumbo político. Entonces, la ciudadanía deberá reafirmar que “Chile es un estado social y democrático de derecho. Es plurinacional, intercultural, regional y ecológico”, entendiendo que la futura Constitución trascenderá a cualquier gobierno durante por lo menos 40 ó 50 años y que ciertamente será un poderoso instrumento tanto de desarrollo cultural como de proyección social. Así, Chile se refundará como una República solidaria que reconoce los valores esenciales de la humanidad, cuya máxima expresión será proteger y garantizar absolutamente los derechos humanos y la justicia como virtud esencial.
La prensa deberá ejercer un rol educativo, entregando una información oportuna y veraz a la ciudadanía. Ergo, la ética informativa será importantísima en el traspaso de la información constitucional, pues los medios informativos no pueden seguir
desacreditando, nivel nacional e internacional, a un texto digno que per se representa el sentir de una gran mayoría.
La Propuesta Constitucional, armoniosa, técnica, correcta y lingüísticamente redactada, fue entregada hoy 4 de Julio a las autoridades competentes y refrendada de manera oficial. Ahora el héroe principal es el pueblo de Chile, arquitecto de su propio destino. Ahora es tiempo de la “coronación de la esperanza”.
